MADRID, 10 Dic. (EUROPA PRESS) -
El acuerdo para luchar contra el cambio climático que se está negociando en París tiene aún por determinar la reducción de emisiones de CO2 que será necesaria para limitar el calentamiento global al final de siglo, pero "sea cual sea el acuerdo" será preciso reducir "drásticamente" los combustibles fósiles, según un experto en captura de CO2.
En una entrevista con Europa Press con motivo de la celebración de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático, el presidente de Inerco, Vicente Cortés --experto en captura de CO2--, ha explicado a Europa Press que se desconoce aún el acuerdo que se va a alcanzar pero, a su juicio "no importa" si la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es del 30, del 35 o del 40 por ciento o si la fecha es 2030 o 2040 porque, el impacto del acuerdo en un análisis global es que habrá que reducir "drásticamente" el empleo de petróleo, carbón y gas, para cumplir los objetivos.
Cortés, que fue director del proyecto de la Ciudad de la Energía, de Captura y Almacenamiento de CO2, ha valorado sobre el acuerdo de París que el segundo asunto de importancia es si este será o no vinculante.
Así, ha indicado que los fósiles se usan en la actualidad para producir electricidad, en el transporte y en la industria pesada. En este sentido, ha añadido que la empresa que preside, INERCO, se dedica a actividades dirigidas a reducir los impactos de la transformación de la energía en el medio ambiente y que se centra en desarrollar tecnologías que son instaladas en centrales térmicas, refinerías de petróleo para acompasar la actividad con la reducción de los gases de efecto invernadero.
Por ejemplo, ha dicho que existen sistemas como la captura de CO2, como el desarrollado en la Ciudad de la Energía con ayuda de 100 millones de financiación europea.
En concreto, ha defendido que en los últimos años se está yendo por un "camino muy interesante" en materia de transformación de electricidad y ha destacado que en España cerca del 40 por ciento de la electricidad procede de energías renovables aunque sea a "un coste nada despreciable".
Esto se debe, según ha explicado a que España entró "muy pronto" en la fotovoltaica, cuando la tecnología era mucho más cara, mientras que en el momento actual el precio es "una tercera parte". "Hay que tener en cuenta no solo la tecnología sino el momento en que se entra en ella", ha comentado.
A este respecto, reconoce que hay mucho camino por recorrer ya que sobre todo se debe tener "energías gestionables" por lo que estima que además de energía a partir del viento, el sol y el agua es indispensable la estabilidad del sistema que proporcionan la nuclear o los ciclos combinados. Cortes cree que cada país debe elegir su mix energético cada vez más renovables con el que cumplir los compromisos.
El experto se ha referido a datos de la Agencia Internacional de la Energía que establece tres retos clave: El primero, bajar un 42 por ciento las emisiones generadas por cada kilowatio hora; el segundo es bajar del actual nivel mundial de 520 gramos por kilowatio a la hora a 300 gramos de CO2 por kilowatio hora. "En España tenemos el estigma de ser incumplidores, pero tiene una media de 270 gramos de CO2 por kilowatio a la hora. España ocupa el décimo puesto de CO2 per cápita de la UE y el puesto 16 por su PIB.
En cuanto al sector de los transportes, la senda de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero viene por dar soluciones a las emisiones del transporte por carretera de vehículos ligeros, pesados y la aviación. Respecto a la aviación, considera que el queroseno "no va a ser desbancado en muchos años" pese a los intentos para usar biocombustibles.
Igualmente, sobre el transporte pesado ha recordado que usa gasoil y ha advertido sobre el biodiésel, porque el de primera generación emite más CO2 que el combustible diésel procedente del petróleo. Por ello, reclama la implantación y uso de los biocombustibles y bioetanoles de segunda generación.
Con ello, confía en que se lograría una mejora significativa del consumo de los vehículos, porque los objetivos de lograr 95 gramos de CO2 por kilómetro en los próximos años exigirán que los vehículos pasen de consumir unos 7 litros de combustible a gastar entre 3,5 y 4 litros por kilómetro.
LA APUESTA ES EL VEHÍCULO LIMPIO
"Eso se puede conseguir con motores más pequeños y más eficientes sin trucar, con vehículos híbridos y con vehículos eléctricos, pero el problema de estos es la infraestructura y autonomía", ha estimado Cortés que cree que en materia de transportes hay un "gran camino por recorrer" y cree que los fabricantes deben de reducir las emisiones de CO2 fomentando los vehículos eléctricos, siempre que sea una electricidad de bajas emisiones. A su juicio, en cuanto a la practicidad, lo mejor en la actualidad serían los híbridos enchufables.
Por lo que respecta a la industria pesada (refino, química, cemento y siderurgia), ha admitido que trabaja con hidrocarburos por lo que "necesariamente tiene que emitir CO2 y, aunque ha disminuido sus emisiones, no puede dejar de emitir". De este modo, la solución pasa en su opinión por capturar CO2 y almacenarlo geológicamente.
En el lado negativo, ha señalado que esta tecnología es aún cara y que los costes deben ser repercutidos a los productos. "Ahora no resulta económicamente viable porque hoy es mucho más barato emitir una tonelada de CO2, unos 7 euros por tonelada, que capturar una tonelada de CO2, que supone euros 50 euros por tonelada.
"El reto para prescindir de las energías fósiles no es pequeño, porque el 80 por ciento de la energía primaria que se consume en el mundo actualmente es carbón, petróleo, gas o uranio", ha advertido.
Otro de los campos donde observa una gran senda de reducción es en la edificación, un área "muy difusa" y donde no hay "grandes intereses de las grandes industrias" porque la rehabilitación de edificios es un negocio difuso donde hay mucho que hacer y ponerlo en práctica.
En definitiva, el presidente de INERCO defiende que la mitad de las reducciones de CO2 deberá venir de la eficiencia energética y la otra mitad de la reducción progresiva de los combustibles fósiles en la electricidad, los transportes y la industria.