MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -
La situación actual en la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi "todavía es complicada", cuando se cumplen cinco años desde que un tsunami posterior al terremoto que convulsionó el país nipón provocara un accidente sin precedentes en un reactor atómico.
Así lo considera el director general adjunto y responsable del Departamento de Seguridad Nuclear de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Juan Carlos Lentijo, quien en una entrevista con Europa Press cree que aún "lo más difícil de controlar" un lustro después son los núcleos de los reactores fundidos.
Lentijo, que en la fecha en que se produjo el accidente era director de protección radiológica en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), ha recordado el "momento de gran convulsión" al conocerse el accidente del que los reguladores se informaban de la situación a través del canal de la OIEA. "El interés internacional que despertó el accidente fue inmenso", ha admitido.
En la actualidad, ha destacado que la situación en la planta atómica "ha mejorado mucho" respecto a cuando apenas un mes y medio después de aquel 11 de marzo tuvo la oportunidad de visitar la central. Ahora, ha explicado que el programa de actividades tiene el objetivo final de desmantelar la central, para lo que faltan "unos decenios".
"El tiempo es importante, no cabe duda, ojalá acabara mañana, pero lo primordial es hacer el proceso cumpliendo las medidas de seguridad, diseñando buenos equipos, prácticas y metodologías", considera.
Sin embargo, a corto plazo, el reto fue conseguir que los reactores dañados alcanzasen un nivel de refrigeración y de control suficiente, algo que ya se logró "meses después". Por tanto, ha apuntado que ahora lo importante es que la estabilización de la central se garantice de forma sostenible para el futuro.
Lentijo, ingeniero vallisoletano, ha precisado que una de las cuestiones que plantean más retos a corto plazo es la acumulación del agua contaminada y la filtración del agua subterránea que baja de la colina hacia los edificios principales.
Para ello, ha relatado que se han diseñado numerosos sistemas de descontaminación del agua y una barrera para prevenir que esta siga entrando. En Fukushima se han implantado numerosas medidas y sistemas para evitar que el agua contaminada salga al mar.
La novedad que está en su fase final de implantación es la construcción de una barrera de hielo en el suelo, cuyos sistemas ya están instalados y pronto comenzará la etapa de pruebas para llegar a "eliminar o limitar la acumulación de agua contaminada".
UNA BARRERA DE HIELO
"La expectativa es que esto se solucione en el futuro inmediato. (...). La barrera de suelo congelado se espera que pueda estar funcionando este 2016", ha comentado y si funciona bien, "en los próximos meses se cerrara la barrera criogenica de hielo".
Sin embargo, el responsable de la OIEA estima que a largo plazo las actividades más importantes y difíciles será la retirada del combustible nuclear que quedó dañado. "Tienen buenos planes iniciales y ahora tienen que diseñar en detalle las actividades concretas para ponerlas en marcha", ha comentado.
Con todo, ha recordado que el de Fukushima no será un desmantelamiento "normal", para lo que ha valorado que Japón tiene un programa de investigación muy ambicioso con el que se desarrollarán nuevas tecnologías y programas, aprovechando también la experiencia de anteriores accidentes y las nuevas técnicas.
En todo caso, ha subrayado que "lo más difícil de controlar" son los núcleos de los reactores fundidos, mientras que ha calificado de "experiencia extraordinaria" el proceso de retirar el combustible nuclear gastado que había en el reactor 4.
Por otro lado, en cuanto a las lecciones aprendidas, ha destacado la reacción "muy rápida" de todos los países con centrales nucleares para tratar de extraer lecciones para mejorar la seguridad de forma inmediata ampliando en la actualidad los márgenes de seguridad. Lentijo ha valorado que ha sido fundamental reanalizar las amenazas de origen externo tales como terremotos, huracanes, tsunamis o las producidas por el hombre, como las explosiones químicas.
En su opinión, la seguridad no es una disciplina estática, sino un proceso que debe mejorar y aplicarse todos los días. Por ello, cree que en la actualidad la capacidad de respuesta de las centrales es mayor y hay más reforzamiento.
ERRORES PREVIOS
Por el contrario, ha dicho que antes del accidente, Japón "no estaba preparado para un accidente severo, con fusión del núcleo" pero en la actualidad se ha mejorado la capacidad de respuesta de los emplazamientos nucleares para mitigar las consecuencias de un accidente de esta naturaleza.
Del mismo modo, cree que seguramente el país del sol naciente no había incorporado algunas de las lecciones previas, como una infraestructura reguladora solvente e independiente. "Esto en Japón era débil", ha reconocido.
Entre las lecciones aprendidas del accidente, estima que lo más importante es incorporarlas a la cultura de seguridad ya que "no se puede ser autocomplaciente" sino "seguir mejorando cada día". "Se debe garantizar el nivel más alto de seguridad que se pueda obtener en cada momento", ha incidido.
A nivel internacional, el directivo de la OIEA ha destacado que los datos apuntan que en el futuro seguirá aumentando el parque nuclear mundial. Los datos hablan de una previsión de crecimiento, aunque ha puntualizado que "no está igualmente distribuida en todas las regiones del mundo" sino que la tendencia ascendiente se observa en Asia frente a la estabilización o descenso en Europa o Estados Unidos.
Lentijo ha agregado que como tecnología, la nuclear tiene ventajas e inconvenientes y que es decisión de las autoridades de cada país tenerla en cuenta como uno de los posibles vectores de futuro para determinar la forma de cumplir los objetivos del cambio climático puesto que ha recordado que no contribuye a emitir CO2.
Finalmente, sobre la operación a largo plazo, ha manifestado que el tiempo en las centrales nucleares no es una cuestión de años, sino de condiciones de funcionamiento y conservación y, por ello, considera que cuando se llega a las edades para las que fueron licenciadas, se debe analizar las mejoras que se deben implantar si se quieren operar durante más tiempo.
"No existe una vida determinada para las instalaciones, sino una vida condicionada por las autorizaciones que tienen. Se plantean por 40 años y después de decenios de operación y revisiones periódicas se comprueba si la instalación puede seguir operando si cumple las medidas de seguridad necesarias", ha concluido.