MADRID 8 Nov. (EUROPA PRESS) -
Siete de cada diez conductores de automóvil cogerían menos su vehículo si mejorara el servicio de transporte público, en extensión, conectividad y frecuencia.
Así lo refleja una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), elaborada a un total de 1.421 personas de entre 25 y 74 años.
La OCU asegura que la movilidad sostenible "es posible, pero para que se convierta en la opción más asequible y sencilla para el ciudadano hacen falta una serie de cambios estructurales".
Aprovechando la entrada en vigor de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), la organización cree que es conveniente situar a las personas en el centro de las políticas públicas, facilitando una movilidad inclusiva y universal, adaptada a las necesidades de todos los ciudadanos y priorizando, como no puede ser de otro modo, que se trate de un desplazamiento sostenible.
OCU afirma que, actualmente, a pesar de las congestiones de tráfico, la contaminación, los problemas de aparcamiento y el coste del combustible, "muchos ciudadanos siguen optando por desplazarse en coche a diario, ya que consideran que es la opción de transporte más rápida y cómoda, o simplemente por necesidad".
Para la organización, para acercarse al modelo de movilidad sostenible "hace falta mejorar la eficiencia del transporte público y crear unas infraestructuras que permitan una movilidad inclusiva de los ciudadanos".
En este punto, señala que, en los viajes de corta distancia, "muchos ciudadanos se ven obligados a coger su vehículo para desplazarse, ya que la conexión entre el punto de partida y el destino no cubre sus necesidades".
Por otro lado, añade que en los desplazamientos de media y larga distancia el tren es la opción más ecológica, "pero como en España hay muchas zonas a las que no llega o están mal comunicadas, y las rutas de alta velocidad muchas veces ofrecen precios prohibitivos, las personas acaban decantándose por opciones de transporte menos sostenibles, como el coche o el avión".
OCU mantiene además su petición de revisar el sistema de etiquetas de la DGT de modo que se contemplen las emisiones reales, no el tipo de motor del coche.