Picotayoc, Perú
EUROPA PRESS
Actualizado: miércoles, 15 marzo 2017 15:21


PICOTAYOC (PERÚ), 15 (de la enviada especial de EUROPA PRESS, Beatriz Fernández)

A 4.000 metros de altitud, el poblado de Picotayoc se viste de gala para recibir al visitante extranjero. Estos señores que llegan en una fila de autobuses ataviados con chalecos rojos en los que se lee Cooperación Española han donado 70.000 euros a los lugareños para que construyan un sistema de abastecimiento de agua potable y 46 baños, uno para cada familia del pueblo.

La obra ha costado más, 400.000 euros que se han completado con aportaciones del Gobierno peruano. Pero Picotayoc es solo un ejemplo de las obras que se desarrollan en más de 340 comunidades rurales y siete pequeñas ciudades de Perú a través del programa que financia el Ejecutivo peruano, con el apoyo de la Cooperación Española, con un importe total de 422 millones de dólares (397 millones de euros), de los que 72 millones (68 millones de euros), los aporta España desde su Fondo de Cooperación para el Agua y el Saneamiento.

Los pobladores de Picotayoc --no llegan a 200, de los que unos 80 son niños-- ya habían diseñado un sistema de abastecimiento de agua. Sin embargo, los lugareños seguían defecando al aire libre en letrinas que utilizaban también como almacén o para guardar las gallinas.

El proyecto que ha inaugurado este martes el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, ha consistido en la construcción de depósitos que recogen el agua de la sierra, la planta potabilizadora donde se trata el agua con cloro, las tuberías de conducción y los 46 baños a los que llega ese agua y que están dotados de lavadero, ducha, urinario y retrete.

Las heces se recogen en unas composteras que deben ser vaciadas cada seis meses y cuyo material servirá como abono. De esta manera, ni las aguas residuales ni la materia fecal llegan a contaminar ríos subterráneos, ríos o lagos.

Ahí radica la importancia de que este tipo de proyectos no se limiten a llevar agua potable a una comunidad, sino que todo programa de agua abarque también el saneamiento, porque una correcta evacuación y tratamiento de las heces previene las enfermedades, explica a Europa Press Angel Pacheco, responsable de programas de agua y saneamiento de la Oficina Técnica de Cooperación de España en Perú.

SON DERECHOS HUMANOS

El acceso al agua y el saneamiento son derechos humanos reconocidos como tales por Naciones Unidas desde 2010. Pero también es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que la comunidad internacional se ha comprometido a cumplir para 2030, cuando toda la población mundial debe tener un acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible y para cuando se debe de haber puesto fin a la defecación al aire libre.

"Con una mejor higiene, los niños enfermarán menos", subraya la joven Luz Marina, una vecina del municipio de Tinta, al que pertenece Picotayoc, que estudia para maestra y que se ha desplazado al poblado para ayudar en la organización de la fiesta de inauguración del proyecto.

El padre de familia Antonio Alaque, este sí vecino de Picotayoc, se emociona cuando, al hablar con la prensa, agradece a la Cooperación Española su ayuda "porque al pueblo olvidado ya se le ve de frente". Se refiere Alaque a que otro de los aspectos del programa ha sido implicar a la población en la ejecución del proyecto.

Porque han sido los propios habitantes de Picotayoc quienes, a través de un comité de representantes elegido por ellos, han contratado con el asesoramiento del Gobierno peruano a los albañiles, fontaneros, ingenieros y demás profesionales que han requerido las obras.

Otro consejo de seis miembros --dos de ellos mujeres-- se encargará ahora de la administración y mantenimiento de los servicios, puesto que cada familia deberá pagar 6,5 soles mensuales (1,8 euros) por el servicio de agua y saneamiento, es decir el dos por ciento de los ingresos medios mensuales de una familia de Picotayoc.

LA LUCHA DE LAS MUJERES

Quien no quiso perderse la fiesta de inauguración en Picotayoc fue Eleanor Mamani Quispe, condecorada la semana pasada en el Palacio Presidencial de Lima con la Orden al Mérito Civil por una vida dedicada a la promoción de los derechos de las mujeres y su real acceso a la igualdad de género en su región natal del Cuzco.

Mientras intenta recuperar el aliento al tiempo que habla -llega a la ceremonia en moto y tras subir una carretera en cuesta no asfaltada durante varios kilómetros - agradece a los españoles su visita "a esta tierra olvidada" que se enfrenta a un gran desafío: la migración de los hombres más jóvenes en busca de trabajo en núcleos urbanos.

"Aquí solo quedan los ancianos y las mujeres", advierte en conversación con Europa Press. Picotayoc cuenta con una pequeña escuela que atiende a los niños más pequeños (hasta los 8 años). A partir de esa edad, los escolares han de desplazarse a otras localidades como Tinta, que está a 12 kilómetros de Picotayoc, a una hora y media a pie. Por eso, muchos de ellos se quedan con algún familiar o en residencias escolares en el lugar donde estudian.

A Mamani no le faltan reivindicaciones para Picotayoc. Lo primero, asfaltar la carretera de acceso al poblado, que cuando llueve mucho queda inaccesible para los vehículos. Y empoderar a la mujer, en una cultura en la que quienes siguen mandando son los hombres, entre otras cosas porque son quienes tienen más oportunidades de estudiar durante más años.

La falta de conocimiento del castellano, expone Mamani, lastra la capacidad de las mujeres de poder conversar y recibir formación fuera de sus comunidades, por no hablar de asumir funciones de representación. "Aún nos da miedo ocupar cargos", confiesa Mamani, mientras una anciana que escucha la conversación asiente con la cabeza sin abrir la boca.

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