MADRID, 15 Mar. (EDIZIONES) -
El paso de la borrasca Celia por la península ibérica ha dejado consigo un manto rojizo de polvo y barro, a la vez que ha teñido el cielo de color naranja, dejando un paisaje inusual. Esto se debe a la calima.
¿Qué es la calima y cómo se produce?
La calima, o calina, es una nube de polvo proveniente del Sahara africano, según explica en su web la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Los fuertes vientos que se producen en el desierto sahariano son arrastrados hacia la península ibérica. Es un fenómeno más frecuente en las islas Canarias.
La nube de polvo contiene partículas no acuosas, opacas, que tiñen el cielo de un color amarillento o naranja. La calima, además, produce un aumento considerable de las temperaturas.
Existen dos tipos diferentes de calima:
La calima de tipo A, que se produce de forma natural con arena y polvo de un desierto o zona costera y el viento la conduce a la zona urbana.
La calima de tipo B, producida por la alta densidad de contaminación en las ciudades sin presencia de viento, lo cual forma una boina de humo nocivo. Este tipo de calima también puede formarse con un incendio forestal.
La lluvia de barro
La borrasca Celia, en combinación con la calima del Sahara, ha provocado que el agua y el polvo se mezclen, dando resultado a una lluvia de barro que ha cubierto los coches y las calles de la península. Estas lluvias persistirán en la jornada del martes, por lo que los vehículos volverán a ensuciarse.
¿Cuánto va a durar la calima?
La calima desaparece cuando se produce un cambio en las masas de aire. Según la AEMET, la masa de aire proveniente del Sahara durará hasta el miércoles, cuando se desplace hacia el este y sea sustituida por un frente húmedo que provocará precipitaciones en la península y Baleares.
Recomendaciones para la calima
La calima no presenta un riesgo extremo para la salud, pero se recomienda que las personas que tengan problemas respiratorios hagan uso de la mascarilla y eviten realizar deporte al aire libre. La irritación de las mucosas, la tos, el picor en los ojos o la dificultad para respirar son algunos de los efectos más severos que puede acarrear el polvo en suspensión.