MADRID, 16 Jun. (EDIZIONES) -
La alimentación macrobiótica no es una dieta ni un tipo de comida, sino una forma de alimentarse y mantener un estilo de vida. El Ministerio de Sanidad la define como una manera de comer basada en el equilibrio del Yin y el Yang, que busca "el equilibrio físico y emocional" a través de la nutrición.
Es, según el centro estadounidense de biotecnología, "una forma de interpretar la nutrición fundamentada en el consumo de granos de cereales integrales, legumbres, verduras cocidas y en el principio chino Yin-Yang". Esta clase de dieta consiste en alimentos ecológicos y cultivados "en proximidad a su lugar de consumo" y verduras de temporada. La alimentación es rica en carbohidratos y elimina las grasas, azúcares y alimentos procesados.
Su origen se sitúa a principios del siglo XX. Un japonés llamado Geroge Ohsawa, tras ser diagnosticado con una enfermedad incurable, conoció unas técnicas alimentarias llevadas a cabo hasta la fecha por el doctor Sagen Ishizuka --lo que sería el inicio de la dieta macrobiótica-- y, con ellas, se curó.
Según explican en la 'Guía para macrobióticos', este japonés se unió a una asociación existente que seguía esa clase de alimentación y comenzó a escribir libros al respecto, llevando la dieta al resto del mundo.
La base de este tipo de alimentación está en la aplicación biológica y fisiológica del principio del Yin y el Yang, según el cual toda cosa está equilibrada por estas dos fuerzas respetando, en cada caso, una proporción determinada que comprende "el ritmo, el flujo y el reflujo de la naturaleza", según indican en la mencionada guía.
Los que siguen esta clase de 'dieta' tienen en cuenta la "energía" que cada alimento transmite, pero no la energía en su definición habitual (que se mide en calorías), sino una "energía" que se supone que transmite cada comida. Clasifican a los alimentos en dos categorías: ying (alimentos pasivos) y yang (alimentos activos), y debe existir un equilibrio entre alimentos ying y yang para lograr la salud y el bienestar físico y mental.
Existen 10 niveles de dietas según la jerarquización de la "energía" que transmiten: se parte del nivel -3 (el que menos "energía" aporta pero que permite tomar casi toda clase de alimentos) y se llega al 7 (el que más "energía" da, compuesto sólamente de cereales y casi sin agua).
Es decir, según este estilo de vida, el objetivo de aquel que sigue esta clase de alimentación es ir adaptando los alimentos que toma hasta llegar a comer sólo cereales de grano triturados, sin obtener por lo tanto el aporte de proteínas, hierro, calcio y otras vitaminas que necesita y que están presentes en alimentos que, según esta filosofía, no aportan "energía".
LOS RIESGOS DE LA DIETA MACROBIÓTICA
Desde la Fundación Española de la Nutrición alertan de que esta dieta puede conducir a graves problemas de deshidratación, pues aboga por eliminar el agua de la dieta diaria hasta lo mínimo imprescindible.
Asimismo, el evitar tomar toda clase de alimentos de origen animal puede llevar a la aparición de "graves problemas nutricionales", como deficiencias proteicas e importantes carencias de vitaminas. Entre las deficiencias nutritivas detectadas destacan la anemia, escorbuto, hipocalcemia e hipoproteinemia, lo que hace que esta clase de alimentación, especialmente la que sigue las dietas 6 y 7, conlleve "un grave riesgo para la salud", según esta asociación.