MADRID, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
Estaba conduciendo cuando, en un cruce, invadí parte del carril contrario. La persona que iba de frente se detuvo. En un primer instante el señor se quedó inmóvil. Tan sólo unos segundos más tarde me cortó el paso y comenzó a gritarme, reflejando una ira exacerbada.
Lo que me "salía" instintivamente era devolverle el ataque. Sin embargo, decidí observar la situación, como si se tratara de una película. Él, desconcertado por mi tranquilidad, seguía gritando. Cuando se dio cuenta de mi pasividad, refunfuñó y se fue.
Entonces, me preguntaba si verdaderamente ese hombre estaba gritándome a mí o si tenía otro motivo, pues no parecía una reacción proporcionada con el suceso. ¿Le había sucedido algo desagradable antes de que nos cruzásemos? ¿Estaría enfadado o preocupado por algún motivo personal? En definitiva, ¿en qué estado mental se encontraba esa persona?
Por estado mental me refiero al modo en el que sientes, piensas y en consecuencia actúas en función de tu biología, de las personas y circunstancias contextuales y temporales en las que te encuentres.
¿No te has sorprendido alguna vez por el modo en el que has reaccionado tú u otra persona? ¿Has disfrutado de la conexión, comunicación y complicidad con otra persona casi sin hablar? Eso se debe a que estás influido por el estado mental en el que te encuentras en ese momento, a la vez que también lo estás por el estado mental de la otra persona.
Lo que en mi caso evitó que el conflicto de tráfico llegase más lejos fue que predije la reacción de aquel señor, imaginando que se encontraba en un estado mental enfadado. ¿Qué es lo que hice yo? Lo que se conoce en psicología como mentalizar: la capacidad de comprender y predecir nuestras conductas y las de los demás en función de los estados mentales de ambos.
Los estados mentales pueden ser de muy diversos tipos: rabioso, fuera de control, humillado, engañado, asustado, seguro de sí mismo, cuidado, tranquilo A lo largo del día, todos pasamos por múltiples estados mentales que influyen en nuestra forma de comportarnos.
Aunque la mayoría de las veces no somos conscientes de ellos, si observamos y reflexionamos podemos aumentar nuestra capacidad de mentalización y favorecer así nuestra salud mental. ¿Cómo hacerlo?
1. Pregúntate qué sensaciones tienes, cómo te sientes: mira hacia dentro y permítete observar sin juzgar, describe, eso es lo que hay.
2. Plantéate cómo se encuentra el otro: observa.
3. Ten en cuenta que los cambios de estado mental pueden apreciarse por variaciones en el tono de voz, en la postura o en la expresión facial.
4. Recuerda que el estado mental va acompañado de sensaciones corporales.
5. Reflexiona sobre qué sueles hacer en este estado o qué intentas evitar.
6. Explora cómo sueles salir de este estado, qué estrategias empleas.
7. Con esa información, decide el comportamiento que quieres tener.
8. Recuerda: los estados mentales son cambiantes.
De este modo, cuando digas "hoy lo veo todo negro", "me he levantado con el pie izquierdo", "me ha dejado hecho polvo" pregúntate en qué estado mental estás y tenlo en cuenta a la hora de dirigir tu vida ese día, interactuar con los demás o tomar decisiones.
Sofía Carriles
Psicóloga