ROMA, 11 Feb. (EUROPA PRESS) -
Este sábado 11 de febrero se cumplirán cuatro años del anuncio de la renuncia al pontificado de Benedicto XVI, una decisión que hizo pública en 2013 ante el Consistorio para la canonización de los mártires de Otranto, en un discurso en latín en el que explicó que renunciaba por falta de fuerzas y por su "avanzada edad".
"Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecúan por más tiempo al ejercicio de mi ministerio. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma y Sucesor de Pedro", explicó.
La renuncia se hizo efectiva el 28 de febrero, cuando empezó la Sede Vacante hasta la celebración del Cónclave y la elección de Francisco el 13 de marzo de 2013. Benedicto XVI renunciaba tras un año 2012 marcado por el escándalo de la filtración de documentos reservados, un caso que concluyó con la concesión de la gracia por parte del Papa a su exmayordomo Paolo Gabriele. En 2013 se estaba celebrando el Año de la Fe y estaba prevista la JMJ de Río de Janeiro, a la que acudió su sucesor, el Papa Francisco.
A partir del día en que se hizo efectiva su renuncia el 28 de marzo de 2013, Benedicto XVI empezó a ser llamado Papa emérito y comenzó a vestir la sotana blanca simple. Su primer alojamiento fue Castel Gandolfo, la residencia de verano de los pontífices.
Después, comenzó una nueva vida en el monasterio 'Mater Ecclesiae' junto a las cuatro 'memores Domini' (Rossella, Loredana, Carmela y Cristina), las laicas consagradas de Comunión y Liberación que le asisten desde entonces, y su secretario particular. Allí, el Pontífice emérito se dedica a la lectura, da un paseo, duerme la siesta, reza junto a Gänswein mientras camina por el pequeño bosque que hay a espaldas del monasterio.
Benedicto XVI, que el próximo mes de abril cumplirá 90 años, aparece en público en contadas ocasiones. Una de sus últimas apariciones tuvo lugar en junio de 2016 cuando fue homenajeado en el Vaticano, en presencia del Papa Francisco y otros cardenales de la Curia, con motivo del 65 aniversario de su ordenación sacerdotal.
Era la primera vez que pronunciaba un discurso en público como Papa emérito. "Hace 65 años, un hermano ordenado junto a mí decidió escribir sobre la estampa de recuerdo de su primera misa, además del nombre y la fecha, solamente una palabra en griego, Eucharistomen, convencido que con esta palabra en sus diversas dimensiones decía todo lo que se puede decir en ese momento", reseñó.
Además agradeció al Papa Francisco "su bondad" que, según afirmó, le ha guiado desde el primer momento de la elección. "Más que en los Jardines Vaticanos, con su belleza, su bondad, es el lugar donde vivo: me siento protegido", declaró. Además, le deseó que "pueda ir hacia adelante con todos en esta vía de la Misericordia Divina mostrando el camino de Jesús, hacia Jesús, hacia Dios".
TEOLOGÍA DE RODILLAS
Ese mismo mes, Francisco aseguró que la renuncia de Benedicto XVI fue una "lección para todos" de humildad y piedad y reconoció que el retiro de oración y recogimiento al que está dedicando su vida es un ejemplo de "teología de rodillas". Así lo indicó en un prefacio para el libro 'Enseñar y aprender el amor de Dios', primer volumen de la serie 'Joseph Ratzinger/Benedicto XIV. Textos selectos', que consta de 7 volúmenes que se publicarán anualmente, de 2016 a 2022, en España por la editorial BAC.
"Él ha hecho y hace teología de rodillas porque, antes incluso que ser un grandísimo teólogo y maestro de la fe, se ve que es un hombre que cree verdaderamente, que ora verdaderamente; se ve que es un hombre que personifica la santidad, un hombre de paz, un hombre de Dios", dijo.
Además, aseveró que Benedicto XVI "encarna ejemplarmente el corazón de toda la acción sacerdotal" que definió como "ese profundo enraizamiento en Dios sin el cual toda la capacidad organizativa posible y toda la presunta superioridad intelectual, todo el dinero y el poder resultan inútiles".
LA RENUNCIA COMO DEBER
Benedicto XVI también concedió una entrevista el pasado mes de agosto al diario italiano 'La Repubblica' en la que reconoció que renunció al pontificado en febrero de 2013 porque tenía la convicción de que no podría viajar a Brasil para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en julio de ese año.
"Tenía dos convicciones bien precisas: después de la experiencia del viaje a México y Cuba, ya no me sentía en la capacidad de hacer un viaje tan fatigoso", explicó. Así, precisó que el hecho de estar impedido para realizar el viaje a Brasil "era una circunstancia por la cual la renuncia era un deber".