MADRID, 12 FEB. (EDIZIONES) -
Con más de 7,7 millones de toneladas de productos desechados al año, España es el séptimo país de la Unión Europea que más comida desperdicia, pero a la vez es el país miembro que más alimentos dona: 153 millones de kilos durante el pasado año.
Así lo indican los datos de la Federación Europea de Bancos de Alimentos, que sitúan a los españoles como los más generosos a la hora de donar comida, con 660 gramos por habitante. Muy por encima de los franceses, que donan aproximadamente 200 gramos por habitante, o los italianos, con poco más de 150.
No obstante, las cifras indican que cada español desperdicia 179 kilos de alimentos al año, lo que se traduce en 3.000 millones de euros 'tirados a la basura' anualmente, de acuerdo a los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medioambiente (MAPAMA). De estos alimentos que acaban en la basura, aproximadamente 1,2 millones son aptos para el consumo.
SOBRAN ALIMENTOS, ¿FALTAN MEDIOS?
Actualmente, una empresa o particular español interesado en compartir los excedentes alimentarios en buen estado no puede donarlos directamente a personas desfavorecidas, sino que debe hacerlo a través de una organización inscrita en el registro de entidades sociales de su comunidad autónoma, que incluye comedores sociales y centros de día.
Las organizaciones sin ánimo de lucro y los bancos de alimentos también tienen la obligación de hacerlo a través de estas entidades sociales, explica a Europa Press la Federación Española de Banco de Alimentos (FESBAL), que obtiene una tercera parte de sus donaciones mediante acuerdos con las grandes superficies de venta, de quienes recibe todo tipo de alimentos y bebidas. En ese porcentaje se incluyen las llamadas 'mermas', alimentos próximos a su fecha de caducidad o con envases dañados.
La ley de seguridad alimentaria española establece que no pueden donarse productos que hayan superado su fecha de caducidad, pero sí en el caso de que hayan superado la fecha de consumo preferente, siempre y cuando se hayan conservado en condiciones óptimas. En el caso de FESBAL tampoco se aceptan estos últimos aunque puedan ser consumidos: "Pierden algunas de sus características de color o sabor".
En las empresas de ASEDAS, patronal de distribución que representa casi el 70% de la de venta de productos de alimentación en España, se desperdicia entre el 0,2% y el 1% del producto comercializado, según explican a Europa Press fuentes de la organización. En su conjunto, cadenas como Mercadona, Supersol o Coviran donan entre 12.500 y 13.000 toneladas de alimentos al año.
Por su parte Eroski, empresa que entregó más de 7.000 toneladas a los bancos de alimentos el pasado año, desarrolla la estrategia 'Desperdicio Cero', que además de incluir la entrega de excedentes en buen estado, pone a disposición de las entidades sociales que lo soliciten camiones isotérmicos y neveras para la correcta conservación de los productos, aseguran fuentes de la distribuidora.
Carrefour, que también suministra material a los bancos de alimentos para mejorar la gestión de los productos, hizo entrega de 10.000 toneladas en 2017. De ellas, más de 6.000 toneladas se descartaron de la venta por "diferentes criterios comerciales como daños estéticos", apunta la compañía francesa, y 2.000 fueron donadas por los consumidores en las llamadas 'operaciones kilo'.
Otras cadenas como Lidl centran su estrategia en ajustar el volumen de productos que se suministra diariamente a las tiendas para prevenir el despilfarro: "Los responsables de nuestras tiendas cuentan con aplicaciones informáticas que les indican las cantidades exactas de productos que deben solicitar, evitando el exceso de stock". No obstante, la distribuidora alemana admite la imposibilidad de aprovechar los productos no consumidos con fecha de caducidad muy corta, especialmente la bollería y panadería horneada en la tienda.
En el caso de supermercados DIA, donde se desecha alrededor de un 0,8% de los alimentos comercializados, las trabas para la donación de alimentos son de tipo logístico: "Sólo se donan alimentos desde el almacén, no desde las tiendas, dada la capilaridad de la red de distribución", explica a Europa Press su directora de relaciones externas. En otros supermercados como Consum, los propios voluntarios de las entidades sociales son los encargados de recoger diariamente los alimentos donados.
La logística es clave para que los alimentos puedan ser aprovechados, especialmente cuando se trata de productos frescos, que tienen vida corta y necesitan refrigeración. Antes de entregar alimentos, el donante debe comprobar que los envases se encuentran en buen estado, que no se ha superado la fecha de caducidad y que han sido conservados a la temperatura adecuada y en condiciones higiénicas, recuerda la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria en su 'Guía de prácticas correctas para el aprovechamiento seguro de los alimentos'.
Una vez entregados, la entidad receptora debe garantizar el mantenimiento adecuado de la cadena de frío tanto en el transporte como en sus instalaciones. En este punto, la necesidad de una infraestructura adecuada resulta crucial, ya que si, por ejemplo, la organización no cuenta con camiones isotérmicos o refrigeradores adecuados, los productos se perderán.
Fuentes de ASEDAS explican a Europa Press que los "tiempos de gestión" necesarios para comprobar que el estado de los productos se ajusta a la normativa son la principal barrera para la donación de alimentos, especialmente cuando lo que se dona cuenta con una fecha de caducidad corta, y reclaman que "cuando se donan productos frescos, la entidad receptora debería tener capacidad para utilizar el producto en un tiempo corto".
La solución --señala FESBAL-- es "agilizar el tiempo entre la recogida y el consumo" canalizando esos productos muy perecederos hacia los comedores sociales, donde se les puede dar salida con mayor rapidez. Pero desde la organización lamentan la falta de medios técnicos y humanos para manipular tantas toneladas de alimentos con celeridad.
Cuando los productos no comercializados superan la fecha de caducidad o de consumo preferente son destinados a la elaboración de compost o pienso para animales, pese a que en algunos casos podrían seguir siendo aptos para el consumo, reconoce ASEDAS: "La normativa al respecto es muy estricta, es una línea en la que las administraciones deberían trabajar más".
Puesto que actualmente no existe en España una regulación específica sobre donación de alimentos, su entrega gratuita es considerada legalmente una forma de comercialización y, por esa razón, el donante es responsable de la seguridad y de la higiene de los productos hasta el momento de su entrega a la entidad social, de acuerdo a la normativa europea.
ESPAÑA, CAMINO DE SEGUIR EL MODELO ITALIANO
Con el fin de agilizar el proceso de donación de alimentos, el pasado mes de mayo el Congreso instó al Gobierno a seguir el modelo italiano de 'ley del buen samaritano', que contempla exenciones fiscales para los donantes y un mejor ajuste de la fecha de caducidad y de consumo preferente en el etiquetado. Desde la aprobación de esta ley en Italia, las donaciones se han multiplicado por diez en la última década.
A esta Proposición No de Ley le siguió la aprobación en el Congreso, el pasado mes de junio, de una modificación de la ley de seguridad alimentaria propuesta por el PP para que las entidades sin fines lucrativos tuvieran la consideración de "consumidores finales" en las donaciones, quedando las empresas eximidas de su responsabilidad con respecto al estado de los productos donados e incentivando así la entrega de alimentos.
Una regulación insuficiente para la organización de consumidores FACUA, que "reclama al Gobierno y a las Comunidades Autónomas" tomar el ejemplo de Francia, donde se prohíbe por ley desperdiciar alimentos a los supermercados y se les obliga a donarlos a organizaciones benéficas.
En esta línea se ha posicionado el gobierno balear, que el pasado 16 de enero aprobó un anteproyecto de ley que prohíbe tirar comida en buen estado a los establecimientos de hostelería y restauración, al tiempo que les obliga a facilitar los restos no consumidos a los clientes que lo soliciten.
NUEVAS HERRAMIENTAS DE CONSUMO RESPONSABLE
Pero frente a la idea de que la mayoría de los alimentos se desperdicia en los restaurantes y supermercados, las cifras del MAPAMA muestran que el 42% se pierde en casa, el 39% durante los procesos productivos, el 14% en hostelería y restauración, y el 5% restante en los puntos de distribución y de venta. En este sentido, la ministra García Tejerina recordaba el pasado mes de diciembre que "el mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida".
Para evitar que la comida que compran los españoles acabe en la basura pueden ser muy útiles herramientas como Guest-imator, una aplicación creada por la organización sin ánimo de lucro Save The Food, que permite calcular la cantidad de ingredientes necesarios para una hipotética cena introduciendo el número de comensales, los platos que habrá en la mesa y la cantidad que debería sobrar.
Otras aplicaciones como Ratatouille o BeneBene permiten conectar con organizaciones solidarias y ayudan a encontrar personas a las que donar los alimentos sobrantes en buen estado. A medio camino entre el consumo y la distribución se encuentra la iniciativa española NTEY, una plataforma online a través de la cual los comercios dedicados a la hostelería o venta de productos alimenticios ofrecen los artículos que no han vendido al final del día con descuentos de, al menos, el 50%.
¿QUÉ PUEDES HACER TÚ PARA EVITAR EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS?