VALLADOLID 13 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los etarras bilbaínos David Lizarralde Palacios y Leyre Urrutia Baracaldo, presos en el Centro Penitenciario de Valladolid y el penal de Brieva (Ávila), respectivamente, donde cumplen condena, contrajeron hoy matrimonio en la capital vallisoletana, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.
La novia, de 28 años, permanecía desde este lunes en la cárcel de Valladolid, a la que había sido conducida desde Brieva, a la espera de la celebración de una ceremonia que se inició hoy alrededor de las 10 horas en una sala del Registro Civil y que apenas duró diez minutos, y en la que actuó como autorizante el juez titular, José Alberto Maderuelo.
Con carácter previo a la ceremonia civil, los aledaños del Registro, tanto la calle Torrecilla como la calle Angustias, fueron tomados por agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, hasta casi una treintena de funcionarios entre ambos cuerpos, con el fin de evitar un hipotético intento de fuga de los contrayentes o cualquier imprevisto.
Aunque hasta Valladolid se desplazaron cerca de quince personas del círculo familiar de ambos etarras para asistir a la ceremonia, finalmente tan sólo cinco de ellos, los padres de ambos y una prima de ella, Eneritz Ibarrondo Urrutia, pudieron entrar en la sala. Esta última y la madre de David, Celia Palacios de Toyos, actuaron como testigos, según informaron a Europa Press fuentes policiales.
Concluida la fugaz ceremonia, a la que los dos etarras acudieron vestidos de calle, los contrayentes fueron conducidos al garaje del Edificio de los Juzgados y desde allí ambos, por separado y cada uno en un furgón de la Guardia Civil, fueron conducidos nuevamente al Centro Penitenciario de Valladolid, en Villanubla, donde está previsto que mantengan un 'vis a vis', antes de que ella retorne mañana viernes al penal abulense de Brieva para seguir cumpliendo su condena.
Esta última cumple dos años de cárcel, tras ser condenada en 2007 por la Audiencia Nacional por desempeñar el papel de 'chivata' para el aparato de ETA, pues tenía por cometido vigilar a guardias civiles del Cuartel de La Salve y elaborar informaciones sobre ellos, además de coches policiales camuflados y de otros edificios de interés para la banda, mientras que su marido, David Lizarralde Palacios, fue condenado por el Tribunal Supremo en el mismo año en el marco del caso Jarrai-Haika-Segi.