MADRID, 3 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un misionero en Sudán del Sur, junto a diez feligreses de su parroquia, se han atrevido a realizar un viaje de seis horas por una zona peligrosa con el objetivo de ver al Papa Francisco, que ha llegado este viernes al país africano, tras su primera parada en República Democrática del Congo.
"Tenemos mucha ilusión de ir a ver al Papa, pero hay conflicto alrededor y la gente tiene temor de moverse", explica a Obras Misionales Pontificias el misionero comboniano Roy Zúñiga, párroco en Tali, a seis horas de Yuba, la capital. "Vamos a ir un pequeño grupo de diez personas en coche rezando a todos los santos para que no nos vayan a atacar", ha comentado. Según precisa, el ejército ha reforzado la seguridad de los caminos y, por ello, esperan poder asistir a la misa del domingo 5 de febrero.
Este misionero peruano ha asegurado que están "muy esperanzados" con que la visita del Papa "deshaga un poco el nudo" porque, según afirma, están "estancados con el proceso de paz". "Esperamos un milagro", ha remarcado.
Según explica Zúñiga, desde 2018 viven con un poco más de tranquilidad, dentro de los conflictos puntuales, aunque aclara que la guerra nunca se ha marchado. "Hay una cierta estabilidad, una cierta paz, que tendría que ser cimentada o fortalecida con la venida del Papa", ha indicado, añadiendo que su deseo sería que, tras la visita del Pontífice se convoquen elecciones.
El misionero Roy Zúñiga llegó a Sudán del Sur antes de la independencia en un primer periodo (1998-2005) y regresó en 2018. Es párroco en Tali, entre los mundari, a seis horas de Yuba. Su parroquia cuenta con 80 capillas y cinco centros pastorales. "Vamos visitándolas poco a poco, pero no doy abasto durante al año. Intento visitar a los más alejados", ha comentado.
En su primera etapa vivió la guerra civil con el norte. "Andábamos aterrados, a mí no me tocó personalmente, pero otros compañeros misioneros vivieron bombardeos, y tenían que hacer trincheras para ocultarse", ha recordado.
Según señala, "son experiencias terribles, sobre todo, por el terror que causan", porque "la gente huye con lo que tiene para salvar la vida, con los niños, los ancianos". El propio Zúñiga cuenta que acompañó a un grupo de desplazados en Nabia, donde los misioneros pudieron ayudarles junto a las organizaciones humanitarias. "Al final tuvimos la felicidad de verlos regresar después de tres años a su lugar natal", relata.
Según informa OMP, aunque los primeros misioneros llegaron a Sudán del Sur en el siglo VI, no fue hasta el siglo XIX cuando San Daniel Comboni impulsó la evangelización en la zona. En la actualidad, el país tiene siete diócesis, cada una de ellas, de un tamaño medio superior a Castilla y León.
Allí la Iglesia realiza una labor pastoral (124 parroquias), educativa (235 escuelas) y caritativa (97 instituciones sociales: hospitales, leproserías, orfanatos); y, según destaca OMP, "ha sido una de las pocas instituciones que ha permanecido en la guerra".
Con un total de ocho millones de católicos, el 46,7% de la población, cuenta con 178 sacerdotes diocesanos, 91 sacerdotes religiosos y 205 religiosas. Así, solo hay un sacerdote por cada 30.000 católicos.
Estas diócesis son consideradas territorio de misión, porque no son autosuficientes ni humana ni materialmente. Por ello, el Papa las cuida de una forma especial a través de la segunda sección del Dicasterio para la Evangelización --tradicionalmente conocido como Propaganda Fide--; y reciben la ayuda a través de Obras Misionales Pontificias. En 2020, OMP envió a Sudán del Sur 668.792 euros.