MADRID, 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
La orden de Malta es un Estado apolítico y sin territorio que cuenta con unos 13.500 miembros permanentes, 82.000 voluntarios y 30.000 dependientes repartidos por todo el mundo, muchos de ellos relacionados con la antigua nobleza europea. Es un estado sin fronteras territoriales, pero mantiene relaciones diplomáticas con 106 países y posee embajadas en los cinco continentes.
Desde 1834, en Roma posee dos sedes que gozan de extraterritorialidad: el Palacio Magistral, rodeado por un jardín con palmeras y bancos de madera en el número 68 de Via Condotti, en una de las siete colinas de la capital italiana; y la villa del Aventino donde ejerce sus prerrogativas soberanas según el acuerdo internacional estipulado con la República italiana el 11 de enero de 1960.
La estructura gubernamental de la orden cuenta con varios órganos ejecutivos, legislativos y judiciales entre los que están el consejo pleno de Estado, el capítulo general, el soberano consejo, el tribunal de cuentas, los tribunales magistrales o la abogacía del Estado. Al frente de cada uno de estos organismos están el gran comendador, gran canciller, gran hospitalario y el recibidor del común tesoro, dirigidos por el gran maestre, que tiene categoría internacional de jefe de estado.
El sistema de gestión orgánico es muy descentralizado. Cada institución local es independiente porque trabajando en el terreno son competentes para saber exactamente cuáles son las necesidades que le corresponden a cada lugar.
Para adentrarse en la intrahistoria de esta peculiar organización cristiana hay que remontarse al Jerusalén del siglo XI, en plenas cruzadas, cuando los musulmanes dominaban el territorio. Pese a la peligrosa situación, los cristianos continuaban peregrinando a Tierra Santa y la orden de Malta, que había nacido para proporcionar atención médica a los fieles, pronto asumió funciones militares de defensa.
En 1.291, el poder del califato arrebató el último bastión del cristianismo en Tierra Santa y la orden de Malta se trasladó a Chipre, donde acrecentó su carácter militar y su caudal económico, con propiedades que se extendían por todo el continente europeo. En 1310 se instalaron en Rodas y se enriquecieron a costa del patrimonio expropiado a los templarios. En 200 años su riqueza creció de tal manera que llegaron a acuñar su propia moneda.
En 1522 se exiliaron en la isla de Malta, territorio cedido por el emperador Carlos V, después de que los turcos forzaran su rendición. Sin embargo, el peligro real en aquella época provenía de Europa. La Reforma protestante iniciada por el monje alemán Martín Lutero, que acabó con el Gran Cisma de Occidente le fue despojando de sus prioratos y el ejército del emperador Napoleón tomó el archipiélago en 1798, expulsando a los miembros de la orden. Tras vagar errantes sin destino fijo por Europa se establecieron definitivamente en Roma en 1834 y retomaron su labor de asistencia social.
El carácter primitivamente asistencial de esta Orden es, hoy en día, su principal motivo de existencia. Entre los altos cargos del Consejo Soberano todavía figura, el cargo de hospitalario. Su misión es la de coordinar las actividades de ayuda internacional que la Orden lleva a cabo en todo el mundo. Los fondos destinados a la hospitalidad son sufragados con las cuotas de los caballeros y damas de la orden y donaciones particulares.
El dimitido Mathew Festing, británico de 66 años, fue elegido Príncipe y Gran Maestre de la Orden el 11 de marzo de 2008 por el Consejo Pleno de Estado de la Orden. Según la Constitutción, es escogido de por vida como jefe de Estado y superior religioso de la Orden, que cuenta con miembros laicos y religiosos. Su residencia se ubica en Roma pero, aunque tiene rango de cardenal, la organización está completamente separada del Vaticano.