MADRID, 29 Oct. (EUROPA PRESS) -
El Papa Francisco ha concluido este domingo la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y lo ha hecho acordándose de las víctimas de las "atrocidades" de la guerra y del "sufrimiento" de los migrantes.
"Pienso en los que son víctimas de las atrocidades de la guerra, en los sufrimientos de los migrantes, en el dolor escondido de quienes se encuentran solos y en condiciones de pobreza, además de en los que están aplastados por el peso de la vida y ya no tienen más lágrimas ni en los que no tienen voz", ha asegurado en la Santa Misa celebrada en la Basílica de San Pedro.
El Papa Francisco ha clamado contra las "hermosas" y "persuasivas" promesas que se realizan en formas de "explotación". "Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado que corroe la fraternidad y devasta la sociedad", ha indicado.
Durante la homilía, el Pontífice ha agradecido la "fraternidad" surgida en la Asamblea y confía en que en el futuro "la Iglesia servirá a las mujeres y a los hombres".
"Nos hemos escuchado mutuamente y sobre todo en la rica variedad de nuestras historias y nuestras sensibilidades nos hemos puesto a la escucha del Espíritu Santo. Hoy no vemos el fruto completo de este proceso, pero con amplitud de mira podemos contemplar el horizonte que se abre ante nosotros. El Señor nos guiará y nos ayudará a ser una iglesia más sinodal y misionera, que adora a Dios y sirve a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo", ha proclamado.
En este sentido, ha recalcado que la Iglesia con la que sueña es "servidora de todos" y "no exige nunca un expediente de buena conducta" sino que "acoge, sirve y ama". El Papa ha invitado a la reflexión en torno a "adorar" y "servir". El Pontífice ha explicado que el asombro de la adoración "es esencial en la Iglesia" y que "adorar" significa "reconocer en la fe que sólo Dios es el Señor".
"La adoración es la primera respuesta que podemos ofrecer al amor gratuito, al amor sorprendente de Dios", ha subrayado. Posteriormente, el Santo Padre se ha dirigido una vez más a los participantes del Sínodo para explicarles que, aunque tengan realmente muchas ideas hermosas para reformar la Iglesia, la mayor e incesante reforma es "adorar a Dios y amar a los hermanos con su mismo amor".
El Papa ha pedido ser una Iglesia "adoradora y de servicio" que lava los pies a la humanidad herida, que acompaña el camino de los frágiles, los débiles y los descartados, que sale con ternura al encuentro de los más pobres.