El Papa en una foto de archivo
El Papa en una foto de archivo - Evandro Inetti/ZUMA Press Wire/d / DPA
Actualizado: miércoles, 22 mayo 2024 12:15

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ROMA, 22 May. (EUROPA PRESS) -

El Papa ha asegurado que la falta de humildad es la que provoca la "guerra" y que donde falta esta virtud "hay discordia" y "hay división" durante la catequesis de este miércoles ante cientos de fieles en la plaza de San Pedro.

"La humildad lo es todo. Es lo que nos salva del Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices. Es la fuente de la paz en el mundo y en la Iglesia. Dios nos ha dado el ejemplo en Jesús y María, y la humildad es precisamente la vía, el camino, la salvación", ha asegurado.

El Pontífice ha dedicado la catequesis -la última del ciclo sobre las virtudes- a la humildad, "una virtud que no forma parte del septenario de las cardinales y teologales, pero que está en la base de la vida cristiana".

Durante su saludo a los fieles de lengua italiana, el Papa ha pedido oraciones por las vocaciones y la vida consagrada tras constatar que "hay escasez de vocaciones en Italia". Después, ha reiterado su llamamiento a "rezar por la paz, en este tiempo de guerra mundial".

"Recemos por la paz. Necesitamos la paz. El mundo está en guerra. No olvidemos a la atormentada Ucrania, que tanto está sufriendo. No olvidemos Palestina, no olvidemos Israel: ¡que cese esta guerra! No olvidemos Birmania y no olvidemos los numerosos países en guerra", ha pedido.

Así, Francisco ha manifestado que la humildad "es la gran antagonista del más mortífero de los vicios, la soberbia", al tiempo que ha considerado que si bien "el orgullo y la altivez hinchan el corazón humano", la humildad devuelve todo a "su justa dimensión". "Desde el principio, la Biblia nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos", ha precisado.

Además, ha subrayado que para que la persona se libere del demonio de la soberbia basta "muy poco" como, por ejemplo, la acción de "contemplar un cielo estrellado para redescubrir la justa medida". "La ciencia moderna nos permite ampliar mucho más el horizonte y sentir aún más el misterio que nos rodea y habita. Bienaventuradas las personas que conservan en su corazón esta percepción de su propia pequeñez: se preservan de un feo vicio, la arrogancia", ha concluido.

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