Mi pareja es adicta al sexo ¿qué hago?

Adictos al sexo
EUROPA PRESS
Actualizado: miércoles, 31 enero 2018 18:15

MADRID, 15 Sep. -

Hace un tiempo recibí un correo electrónico de una persona cuya pareja tenía una adicción al sexo. Me pedía ayuda y a la vez señalaba la necesidad de estar pendientes de las parejas de las personas que son adictas al sexo:

"francamente, echo mucho de menos que se detalle, el sufrimiento al que estos adictos someten a sus familiares más cercanos. ¿Por qué no existimos las víctimas? Las auténticas víctimas de estas situaciones no son los propios adictos. Hay esposas y hay niños, inocentes, incapaces de entender...".

Pregunta que se hace María, quien relata: "hace ya año y medio descubrí que mi marido, de 47 años, lleva toda la vida metido en el mundo de la prostitución, el juego y, posiblemente, las drogas. Y lo descubro porque ya no sabe cuándo es el momento y lugar adecuados para chatear, a través de internet, con prostitutas..."

También le ocurre a mujeres como cuenta Laia: "Mi pareja desconoce esto, puesto que me siento realmente mal por hablar con otros chicos y más aún de sexo y mantener "cibersexo" puesto que con él tengo todo eso y en la realidad. Ayer me decidí a preguntar sobre esto, porque me di cuenta que algo no va bien, no sé si es adicción o simplemente un trauma que me está causando estragos. Y es que, en este último mes he mantenido estas "relaciones" con 6 chicos más, a parte de mi pareja".

Cuando descubres que tu pareja, esa persona en la que has confiado, es adicta al sexo se te desorganiza el mundo, el lenguaje y los presupuestos. Se plantean muchas preguntas.

La transgresión realizada genera confusión, congelamiento, desorganización, hambre de explicaciones, búsqueda de descripciones y razones que nos permitan volver a la sensación de estabilidad y orden, desarrollo de nuevas narrativas para poder mantener la historia de mi vida en un nuevo capítulo y no ponerle un punto final a la relación.

Cuando te enteras de que tu pareja tiene este tipo de comportamientos, te pueden asaltar muchas preguntas como éstas: ¿Es falta de compromiso? ¿Tiene miedo a perder una parte de él? ¿Es falta de comunicación conmigo? ¿Busca inconscientemente ser malo? ¿Está buscando siempre sensaciones nuevas? ¿Me quiere? ¿Es igual que una infidelidad? ¿Realmente quiere una relación conmigo o le gusta la vida que lleva conmigo y por eso la quiere mantener de cualquier modo? ¿Es debido a comportamientos anteriores? ¿Qué he hecho yo mal para que tenga una vida sexual alternativa a mí y más aún desde el principio de nuestra relación? ¿Es satisfactoria su vida sexual conmigo?

En ocasiones se puede desarrollar entre ambos una narrativa que genera mitos: no lo quería hacer; como tú no me lo dabas lo tuve que buscar fuera; es que estaba estresado; es que en mi familia de origen era lo habitual; no es para tanto y no entiendo cómo te puede afectar tanto; todo el mundo lo hace; es algo genético o de las hormonas; es que tengo un deseo sexual muy alto; me salen cosas en internet; creía que no te importaba.

Todo esto no es el problema, el problema es que está realizando una conducta que le destruye y destroza a la pareja. Es necesario aceptarlo y tomar medidas.

A la vez es lógico que si tú eres la persona dañada te asalte la vergüenza y quieras callar, esconder o negar la realidad, sentirás humillación y que te han tratado con desprecio.

Parece que no lo puedes comentar con nadie, que no te van a creer. Puede que te entre una rabia tremenda, confusión o que te deprecies y pienses que no eres suficiente. Todos estos sentimientos son lógicos y a la vez necesitamos que no sean los que guíen tu actuación.


¿REALMENTE EXISTE LA ADICCIÓN AL SEXO?

Sí, existe. La Hipersexualidad es una situación patológica caracterizada por el aumento en la frecuencia e intensidad de fantasías, excitación, impulsos y conductas sexuales, asociadas a un componente de impulsividad, que provocan un malestar significativo o un deterioro social u ocupacional.

Es habitual que acudan a la consulta de psiquiatras y psicólogos personas que demandan ayuda para resolver problemas relacionados con alteraciones de su conducta en el área de la sexualidad como consumo de pornografía, masturbación, relaciones sexuales con muchas personas distintas, gastos de dinero en prostitución y otras.

Como explica el catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de País Vasco, Enrique Echeburúa: "solo se puede hablar de adicción al sexo cuando hay una pérdida de libertad por parte del sujeto afectado (recurre a ciertas conductas sexuales a su pesar y sin ser capaz de evitarlas), cuando hay ansia y fantasías sexuales recurrentes, cuando el sexo se convierte en el centro de la vida de una persona y cuando supone una interferencia grave en su vida cotidiana (malestar emocional y consecuencias negativas)".

Estas consecuencias son bien conocidas y pueden afectar a muchos ámbitos de la vida propia y de quienes le rodean: el modo de pensar y entender la sexualidad está distorsionado; pérdida de autoestima y confianza; pérdidas de empleo y gastos de dinero excesivos o improcedentes; rupturas sentimentales y matrimoniales; dificultades en las relaciones interpersonales; daño emocional a otros; aislamiento social; fallos en el cuidado de alguien que me importa; enfermedades de transmisión sexual y conductas sexuales no saludables físicamente; problemas legales y comportamientos irresponsables.


El Dr. Carnes, autor del primer libro sobre adicción sexual y director en Estados Unidos de diversos programas de recuperación de la adicción al sexo propone los siguientes criterios diagnósticos para la Adicción Sexual, de los que bastaría con cumplir tres:

CRITERIOS DIAGNÓTICOS DE LA ADICCIÓN SEXUAL (Carnes P, 2012):

1.- Fracaso persistente en resistirse al impulso de llevar a cabo una conducta sexual.

2.- Frecuentemente dedica a la conducta sexual más tiempo del previsto o de forma más intensa de la deseada.

3.- Deseo persistente y esfuerzos infructuosos para parar, reducir o controlar los comportamientos sexuales.

4.- Dedicación de un enorme gasto de tiempo para obtener la conducta sexual, dedicarse a ella o recuperarse de ella.

5.- Preocupación por la conducta sexual o las actividades rituales previa.

6.- Frecuentemente participa en conductas sexuales cuando debería atender obligaciones laborales, académicas, domésticas o sociales.

7.- Continúa con su conducta sexual a pesar de que es consciente de que tiene un problema social, económico, psicológico o físico que es causado o aumentado por la conducta sexual.

8.- Necesita aumentar la intensidad, frecuencia, número de veces o riesgo de la conducta sexual para conseguir el efecto deseado, o disminuye el efecto de la conducta sexual cuando se realiza con el mismo nivel de intensidad, frecuencia, número de veces y riesgo.

9.- Abandona o limita sus actividades sociales, laborales o de ocio por culpa de la conducta sexual.

10.- Presenta malestar, ansiedad, inquietud, irritabilidad si no puede llevar a cabo la conducta sexual.


¿CUÁL ES EL PAPEL DE LA PAREJA?

Las parejas de estas personas se hacen preguntas como: ¿Qué es lo que he hecho mal? ¿Soy yo culpable? ¿Qué ha pasado para que lleguemos hasta aquí? ¿Es normal que me sienta imbécil y desconcertada? ¿Me quiere? ¿Está enamorada de mí? ¿Tengo derecho a luchar y mantener esta relación? ¿No estaré siendo una persona tonta e ingenua?

Es lógico sentirse totalmente engañado y que se mezclen las ganas de dar por finalizada la relación con el interés por ayudarle a salir de ese problema. Es importante que decidas lo que tú quieres hacer.

La realidad que vemos en nuestro trabajo como psiquiatras o psicólogos desde hace unos años es que, al ser más conocido este problema de la adicción al sexo, las parejas están más dispuestas a ofrecer ayuda.

El primer paso es que la persona que realiza las conductas sexuales acepte que tiene un problema que no puede resolver él solo y quiera recibir ayuda. Lo siguiente es pedir ayuda a un profesional o a un grupo de ayuda como www.sexolicosanonimos.org

La persona responsable de la curación es la persona afectada. Tú no eres la salvadora/or, mamá/papá, cuidador/ra, redentora/or ni responsable de que salga de eso. Puedes ayudarle, ofrecerle apoyo, empuje, espera, soporte pero no puedes curarle tú ni tomar la responsabilidad de su sanación.

En el proceso de recuperación es habitual que haya una gran desconfianza, miedo a que se repita, ganas de controlar cualquier movimiento y es mejor emplear esas fuerzas en cuidar de uno mismo, en situarse en la posición donde quieres que llegue la otra persona para señalarle que es allí donde le esperas y que la responsabilidad de llegar hasta allí es suya.

También es totalmente normal que te vengan ganas de venganza, que le exijas retribución, restauración y restitución de todo lo que te ha robado, roto y alterado. Lo sano es que esto dure solo un tiempo y vaya dejando paso a la nueva vida que se haya decidido seguir, con la pareja o sin ella.

Tienes derecho a luchar por tu relación, te digan lo que te digan o te llamen lo que te llamen, puedes esperar el tiempo que tú consideres oportuno. La recuperación total requiere una inversión de tiempo y también que des la oportunidad de recuperarse.

Es lógico dudar y por eso vale la pena dar tiempo y darse tiempo. No suele ser de ayuda que te cuente y vuelva a contar todo con detalle. Cada pareja tiene sus modos y vale la pena elegir un día para cerrar las conversaciones sobre el pasado, perdonar y centrarse en vivir en presente y diseñar un futuro mejor.

Aunque cada vida y cada relación es un mundo y tienen su propia historia, en este relato que hace la pareja de un adicto al sexo se puede entender bien la situación de desconcierto, ambivalencia y de inestabilidad que se genera después de la tormenta inicial:

Me siento rara, dudo de su deseo, no lo siento. Sin embargo está muy cariñoso. Vamos a destiempo, eso me desconcierta y me hace dudar y mucho. Nunca sé por dónde va ni qué está sintiendo.

Además le veo cambiado, más relajado y en teoría es bueno y así lo quiero creer pero no sé, igual que él no sabe. No sé si su lado alternativo sigue tirando de él.

Sigo muy enfocada en entenderle y poder darle lo que necesita pero a su vez veo que no es recíproco. Además al ir a destiempo hace que yo tenga cambios de humor y dudas. Hago cosas que me dan vergüenza. Además no siento que me busque y me da miedo obsesionarme.

Veo cambios positivos, le veo más sociable, incluso ha llamado a unos familiares para que vengan a casa sin yo haberlo sugerido.

Cuando le pregunto si es feliz con nuestra situación, me contesta que sí, que cada vez es más consciente de que esto es lo que quiere, sin embargo me da miedo que sea justamente lo contrario al estar medicado y ser más consciente de sus problemas y su situación.

Ayudar a la pareja no significa necesariamente que se vaya a continuar la relación. Esa es una decisión que puede hacerse más adelante. Así hizo por ejemplo Cloe que trajo hasta la consulta al chico con el que convivía desde hacía dos años, después de iniciar el tratamiento, decidieron dejar la relación. Otras parejas salen reforzadas y su relación se enriquece, potencia y vivifica, porque se resuelven otros temas de fondo que han salido a la luz al descubrir la adicción. 


¿QUÉ HAY DEBAJO DE LA ADICCIÓN?

La experiencia y los estudios realizados nos muestran que en la gran mayoría de las personas debajo de la conducta sexual sin control había otras situaciones que requerían atención.

Una de ellas son patologías psiquiátricas, de las que lo sexual es sólo un síntoma. Se ha observado que hasta el 75% presentaba alguna enfermedad mental de mayor o menor gravedad. Las más habituales por orden de frecuencia son: Trastornos del estado ánimo; Trastornos de Ansiedad; Trastorno por Uso de Sustancias; Trastorno por déficit de atención con hiperactividad; Trastorno del Control de los Impulsos y Trastorno Obsesivo Compulsivo.

También son frecuentes las historias previas de eventos traumáticos que han dejado heridas en la persona y en su modo de entender los afectos y su relación con la sexualidad: exposición temprana a la sexualidad (ver a los padres en actividades sexuales, televisión, revistas, internet, juegos con hermanos/amigos) abusos sexuales de cualquier tipo, abandono por parte de la familia (explícito o tácito, sin cuidado personal), familias disfuncionales (padres excesivamente autoritarios, caos en la dinámica familiar, invalidación de sentimientos, poca expresividad de las emociones), desarrollo de relaciones de apego inseguro con los padres (sobreprotección, inseguridad, con miedo), relaciones interpersonales dañinas (noviazgos perniciosos, desprecio por parte de otros), aprendizaje de que el cuerpo no es bueno (insultos, maltrato, agresiones).        

    

En resumen, si descubres que tu pareja tiene un problema de adicción al sexo, puedes seguir los siguientes pasos:

1.- Hablar abiertamente del problema y poner las cosas en claro. Te puede ayudar leer con la pareja el libro Atrapados en el sexo.

2.- Acudir a un profesional que haga un diagnóstico adecuado.

3.- Cuidarte y protegerte de los daños, pon límites y condiciones oportunas, ten una vida propia.

4.- Valorar si realizar analíticas de enfermedades de transmisión sexual.

5.- Darte tiempo y darle tiempo.

6.- Darle a tu pareja la responsabilidad de curarse.

7.- Evitar el control y vigilancia de sus actividades.

8.- No convertirte en salvador, cuidador o protector.

9.- Valorar acudir a los grupos de parejas de sexólicos anónimos.

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