MADRID 23 Ago. (EUROPA PRESS) -
El libro 'Peregrinar a Compostela en la Edad Media' (Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico), del historiador Jaime Nuño y el ilustrador Chema Román, revela que el camino que realizan cada año más de 200.000 personas para obtener la compostela --la acreditación de la peregrinación-- ya lo pisaban miles de hombres y mujeres del Medievo aunque con algunas diferencias pues se trataba de un viaje peligroso, lleno de devoción y sin 'street view', la aplicación de Google con la que se puede ver la ruta antes de recorrerla.
"Ahora es como un entretenimiento, sabemos exactamente por dónde vamos a ir, casi podemos hacerlo desde casa con el 'street view'. En la Edad Media, la información era mucho más escasa. Alguien que venía de Armenia, Polonia o Hungría no conocía ni la lengua ni las costumbres. Además, había bandidos por todos sitios, que no solo atacaban a peregrinos humildes sino también a nobles armados", explica Jorge Nuño en declaraciones a Europa Press, al tiempo que recuerda que incluso el Códice Calixtino prevenía de estos peligros.
Cientos de miles de peregrinos realizaron el Camino de Santiago durante la Edad Media, es decir, entre el siglo V y el siglo XV. Si bien no existe un registro como en la actualidad, los autores del libro han repasado documentos históricos que reflejan la gran afluencia que tenía esta ruta en aquella época. De todas las peregrinaciones, las que se dirigieron a Santiago fueron las más importantes, por encima de Jerusalén o Roma.
En cuanto al perfil del caminante del Medievo, Nuño apunta que podría ser el mismo que el de un peregrino del siglo XXI, "alguien que decide hacer un viaje", en la mayoría de los casos por "devoción", para purgar los pecados, y en otros como "una aventura". Así, desde reyes hasta hombres pobres realizaban este camino. Además, en la Edad Media, peregrinar a Santiago de Compostela podía ser incluso la pena impuesta por un juez a un condenado.
En cualquier caso, todos ellos compartían una misma incógnita, según señala Nuño, la de si podrían realizar el viaje de vuelta o serían asaltados y morirían por el camino. Precisamente, uno de los ritos comunes entre los que llegaban a la capital gallega era visitar el cementerio de los peregrinos pues muchos "se quedaban en el camino".
GUERRAS Y BARQUEROS CODICIOSOS
"El peregrino podía toparse con tumultos o guerras, con barqueros codiciosos y un enjambre de oportunistas; se arriesgaba a tomar agua y alimentos a los que no estaba acostumbrado, a enfrentarse a enfermedades, accidentes o extravíos", indican los autores en el libro.
También había hospitales en las diferentes rutas aunque no como se conocen hoy en día. Se trataba de edificios orientados a acoger a niños huérfanos, viudas, pobres y peregrinos. Allí, los caminantes recibían algo de pan, vino y una cama donde dormir. Una persona sana podía recorrer una media de 30 kilómetros al día --o hasta 100 si iba a caballo-- y los itinerarios eran muy desiguales.
En cuanto a los motivos, el principal era la religiosidad, al igual que en la actualidad --el 47% lo siguen haciendo por esta razón exclusivamente--, aunque los peregrinos medievales eran más devotos y muchas veces se desviaban del camino para visitar santuarios cercanos en los que venerar reliquias de algunos santos esperando que les concedieran un milagro. Tal y como se puede leer en el libro, "hacer tal viaje aportaba una compensación espiritual enorme, además de un caudal de experiencias que hacían del peregrino un auténtico héroe, modelo de valentía y virtud".
Según los últimos datos de la Oficina del Peregrino, en el mes de julio de 2016, Jubileo de la Misericordia, llegaron a Santiago 45.483 peregrinos, frente a los 42.472 del anterior Año Santo, una tendencia que se repite mes a mes. En total, en lo que va de año, han realizado el camino más de 146.500 peregrinos. Se espera que se bata el récord histórico alcanzado en el Año Santo 2010 cuando 272.135 peregrinos llegaron a la tumba del Apóstol.