Su estatus jurídico será el de un trabajador extranjero más, regularizado por contrato laboral mediante la Ley de Extranjería
MADRID, 16 Sep. (EUROPA PRESS) -
El refugiado sirio Oussamah Abdul Mohsen viaja ya camino de España acompañado de sus hijos de 18 y 7 años de edad, el niño que cargaba en brazos para cruzar la frontera de Hungría cuando una periodista de aquel país le puso la zancadilla en una imagen que dio la vuelta al mundo. Atrás quedan, en Turquía, su mujer y otros dos de sus hijos, a quienes espera poder reagrupar tan pronto esté instalado en Getafe (Madrid).
Entrenador de primera división en Siria hasta que empezó la guerra, ha sido invitado a trasladarse a Getafe por el Centro de Formación de Entrenadores (CENAFE), una escuela privada que le ha ofrecido un contrato de trabajo. Con él, podrá regularizar su situación en España por la vía de Extranjería, es decir, no será jurídicamente un refugiado, sino un trabajador extranjero más, tal y como explican fuentes del ministerio de Empleo.
Con esa idea en mente, viaja desde Munich con destino a Madrid acompañado además por Mohamed Labrouzi, un joven de 23 años que habla árabe y a quien los responsables de CENAFE, Miguel Ángel y Conrado Galán, encomendaron la misión de encontrar a esta familia en la ciudad alemana, guiándose por el contacto facilitado por el periodista español que había publicado su historia.
En declaraciones a Europa Press, Labrouzi explica que han viajado de Munich a París y desde allí, a Barcelona, donde arribarán esta tarde para hacer el último trasbordo, el que les llevará en alta velocidad hasta Madrid. No tienen el visado obligatorio, así que no han podido optar por un avión. Confían en que la propuesta de contrato de trabajo y la carta de invitación que llevan sea suficiente.
"ESTÁ MUY FELIZ, PERO LE FALTA MEDIA FAMILIA"
Labrouzi cuenta que cuando les localizó, estaban viviendo en casa de un joven alemán que se había brindado a acogerles. Ahora, "contentos y felices", piensan en su destino español, aunque con la mirada todavía hacia atrás. Hace dos semanas, cuando se disponían a pasar desde Turquía, la familia se partió por la mitad. La mujer Oussamah, su otro hijo y su única hija tuvieron que quedarse allí.
"El hombre está muy feliz, pero le falta media familia. A ver si cuanto antes los tenemos todos aquí", dice Labrouzi, que en 24 horas está haciendo el camino de ida y vuelta a Munich de cabezada en cabezada en cada tren, pero muy satisfecho de poder "ayudar en lo que se pueda a esta familia".
Dice que no tuvo ninguna duda cuando le comentaron la posibilidad de ir a por los Mohsen, aunque "nunca en la vida" se habría imaginado que acabaría en una aventura así. "Vi el vídeo de la zancadilla y me llegó muchísimo. No me lo pensé dos veces. Miramos el vuelo a Múnich y me fui". Eso fue este martes a las once de la mañana y desde entonces, está en pie.
El joven no se siente un héroe, prefiere definirse como un "ser humano". "Si puedo ayudar a esta familia lo hago y no pido nada a cambio. Creo que todos deberíamos hacer lo mismo, ayudar en lo que se pueda", comenta por escrito desde un tren entre París y Barcelona en el que viaja sentado al lado del hijo pequeño de Oussamah, que se asoma a los 'selfies' mientras "devora" patatas fritas.
"OUSSAMAH VIENE A SUMAR"
Quizá ya le han contado que en Getafe le han buscado un colegio y una casa o que su alcaldesa, Sara Hernández, ha dado una rueda de prensa en la que ha asegurado que él y su familia recibirán "toda la atención que sea necesaria". Su padre, en principio, va a trabajar como entrenador y su hermano, quizá, como futbolista.
"Hay que tener algo muy en cuenta y es que Oussamah viene a sumar, es un compañero que ha huido de la guerra con su hijo y necesita ayuda. Es una persona muy formada, ha ganado dos ligas y una copa, que tiene dos idiomas y estudios superiores y tiene muchísimo que aportar. Es como cuando vino Zidane de Argelia o Ronaldo de Brasil", explica a Europa Press el director de la CENAFE, Conrado Galán.
Cuando él y su hermano decidieron invitar a este entrenador a viajar a Madrid no pensaron que la medida "fuese a tener tanta repercusión". Observan con cierta estupefacción como "cualquiera se sube al carro" y "se pone medallas", cuando se trata de la iniciativa de una escuela privada y comandada por dos autónomos que han reasignado su presupuesto anual para poder tramitar el nuevo contrato.
Lo han hecho además, contando con el asesoramiento de una asociación de ayuda al refugiado, con la que ahora estudian cuál es el mejor modo de proceder para que toda la familia pueda reunirse de nuevo. "Ahora tenemos que regularizar toda la situación y firmar el contrato, pero hay que encontrar el modo más rápido de que puedan venir también su mujer y sus hijos, refugiados en Turquía", ha señalado.