ROMA, 28 Feb. (EUROPA PRESS) -
La religiosa Anna Deodato, del Instituto Diocesano Auxiliar de Milán (Italia) donde se dedica a acompañar psicológicamente a religiosas que han sufrido abusos por parte de sacerdotes en Italia, ha pedido más centros de apoyo psicológico dentro de la Iglesia para las monjas víctimas de abusos, y ha advertido del "machismo clerical" como parte del problema.
"El apoyo psicológico siempre está ahí, es necesario y a menudo se extiende por muchos años. Es la forma de ayudar a la persona a encontrar un camino que ayude a reanudar una buena relación con el cuerpo que nunca olvida el dolor experimentado", ha revelado Deodato en una entrevista con Europa Press.
En 2016, Deodato, relató su experiencia y recopiló historias de mujeres consagradas víctimas de abuso por sacerdotes en el libro 'Vorrei risorgere delle mie ferite' (Quisiera resurgir de mis heridas), publicado solo en italiano. A su juicio, estos abusos a mujeres consagradas son "el dolor más oculto" de la Iglesia porque "nunca se ha discutido" de ello.
Para la religiosa italiana, estos casos son parte del "machismo clerical" que está presente en la Iglesia. "La posición de supremacía masculina, el machismo clerical, al que a menudo se refiere el Papa Francisco, está muy extendido y desafortunadamente se ha convertido en parte de la estructura de la Iglesia", ha explicado.
Según ha manifestado, a veces "se utiliza a las mujeres consagradas para el servicio de los sacerdotes y de los obispos". "La mujer siempre ha sido considerada como una ayuda necesaria y válida, pero su participación activa en la vida de la Iglesia no se ha promovido de manera concreta y, en algunos países, sigue siendo marcadamente sumisa y explotada", ha indicado.
Por ello, ha apuntado que el silencio en torno a estos casos es ya de por sí "un abuso de poder" y que, en este sentido, las palabras del Papa Francisco en el avión procedente de los Emiratos Árabes Unidos, cuando reconoció los casos de abusos sexuales perpetrados contra religiosas, son el primer paso para el fin del encubrimiento.
"Debemos entrar con delicadeza y mucho respeto también en esta herida en el cuerpo de la iglesia: a través de la consagración estas mujeres han ofrecido a Dios y a la Iglesia toda su existencia, pero es precisamente en la Iglesia donde también han perdido su dignidad y el sentido global de la vida", ha incidido.
RESPONDE A LA "LÓGICA DEL PODER"
Según ha advertido Deodato, el abuso sexual es una "rotura dramática de una relación de confianza" que siempre va precedido del abuso de poder y de conciencia porque "responde a la lógica del poder de una persona más fuerte hacia una más vulnerable y frágil".
Por su experiencia al lado de consagradas que han sufrido este tipo de abusos, ha explicado que se trata de mujeres "supervivientes de una violencia que ha desquiciado sus vidas" pero que al final han acabado testimoniando que "la vida es más fuerte que la muerte" y que del dolor se puede "resurgir".
"Si el abuso viene infligido por parte de un sacerdote a un miembro de su comunidad religiosa o de la institución, la víctima siente angustia de ser ridiculizada, de ser juzgada culpable de algo. Este sentimiento es tan fuerte que puede convertirse en un miedo mortal que entierra no solo los recuerdos, sino también su propia dignidad, bloqueando la voluntad y la fuerza para volver a levantarse", ha relatado.
Por ello, ha incidido en la importancia de darles "credibilidad" porque es la primera condición para iniciar su "reestructuración psicológica". "Es la condición esencial para una nueva relación verdaderamente terapéutica, su vida puede resurgir y comenzar de nuevo", ha subrayado.
En cuanto al perfil del abusador, ha indicado que es el de un "depredador que caza a las víctimas", que no se "equivoca nunca" de perfil. "Eligen a personas con las que tienen una relación de confianza y que son psicológicamente vulnerables y frágiles", ha señalado.
"QUEDAN EN UN ESTADO DE IMPOTENCIA Y DOLOR"
En concreto, las religiosas con las que ha tratado han llegado a sus manos con graves problemas porque no pudieron "defenderse". "Fueron cosificadas y les expropiaron la voluntad. El miedo, la vergüenza y la culpa que prueban al principio es tan fuerte, que deja a estas personas en un estado total de impotencia y de dolor", ha afirmado.
De esta forma, ha relatado que todas ellas tardan mucho en abrirse porque su corazón está "lleno de angustia" porque ha sido "silenciado por el mal sufrido". "Todas las religiosas con las que he hablado repiten que se sienten como algo sucio, algo que se ha utilizado y luego arrojado a un rincón como basura", ha apostillado.
En este contexto, ha abogado por poner en práctica las medidas de la tolerancia cero también estos casos porque en la Iglesia "ya no puede haber un lugar para aquellos que rompen las vidas de los más vulnerables".
Para conseguir este objetivo también considera importante superar la cultura del clericalismo. "La Iglesia debe comprometerse a crear nuevas formas de participación y colaboración, de gobierno y formación, discernimiento y acompañamiento de las víctimas y de quienes han abusado", ha zanjado.