Los mensajes de Benedicto XVI desde que anunció su decisión

Actualizado: jueves, 28 febrero 2013 21:03

ROMA 28 Feb. (EUROPA PRESS) -

"Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra". Así se ha despedido Benedicto XVI de los fieles congregados en la plaza de Castel Gandolfo, en sus últimas palabras como Pontífice y unas pocas horas antes de renunciar a su Pontificado.

"Me gustaría con mi corazón, amor y oración, con todas mis fuerzas interiores trabajar aún por el bien común, el de la Iglesia y de la humanidad y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Vamos a avanzar adelante por el bien de la Iglesia y del Mundo", ha dicho.

Esta ha sido la última intervención de Joseph Ratzinger como Sucesor de Pedro, adelantando su próxima condición y sus dedicaciones futuras. Antes, desde que anunciara su decisión, el pasado 11 de febrero, el Pontífice, como es habitual, no ha renunciado a lanzar en cada aparición pública mensajes para explicar la naturaleza de su renuncia y sus razones para hacerla efectiva. En especial, dos frases resumen sus intenciones: "No abandono la Cruz" y "Permaneceré oculto al mundo, en el servicio a la oración". Tampoco ha evitado reflexionar sobre la jerarquía eclesiástica y los problemas de la Iglesia.

OBEDIENCIA A SU SUCESOR

Así, este mismo jueves, en el que se ha despedido de un total de 144 cardenales, Benedicto XVI ha prometido "su incondicional reverencia y obediencia" al próximo Pontífice, y a la vez ha pedido que el Colegio Cardenalicio trabaje como una orquesta armoniosa.

"Hemos de dar gracias al Señor que nos ha hecho crecer en la comunión y pedirle que nos ayude a seguir creciendo con esta unidad profunda de modo que el Colegio de Cardenales sea como una orquesta donde las diversidades de la Iglesia Universal confluyan siempre con la armonía superior y acorde", ha recalcado ante una audiencia entre la que, según ha señalado, estaba ya su sucesor.

Un día antes, durante su última audiencia pública este miércoles 27 de febrero ante 150.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro y unos 70 cardenales, el todavía Papa anunció sus intenciones tras dejar el Pontificado y aseguró que su decisión no era un abandono. "No abandono la Cruz, sino que me mantengo de un modo nuevo en el Señor Crucificado, en el servicio de la oración permanezco", dijo.

DÍAS DE SOL Y DE VIENTO EN CONTRA

El Pontífice reconoció también ha dicho que Dios le ha dado "días de sol y brisa ligera" pero también momentos en que las "aguas estaban agitadas y el viento soplaba a la contra". "Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, es suya. El Señor no la deja hundirse y la conduce a través de los hombre que ha elegido", remarcó.

Además, ha reconocido la trascendencia de su decisión al asegurar que ha dado este paso en "plena conciencia de su gravedad, y también novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo".

LA ORACIÓN NO ES AISLARSE AL MUNDO

Por eso, durante el último Ángelus, el pasado domingo 24 de febrero, el Papa aseguró, ante unos 200.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro, que su decisión no significa abandonar a la Iglesia sino que continuará sirviéndola, "con la misma dedicación y el mismo amor", pero de una manera más apropiada" a su edad y a sus fuerzas. "La oración no es aislarse del mundo y de sus contradicciones", añadió.

Justo antes de iniciar la semana de ejercicios espirituales, el domingo 17 de febrero, el primer domingo de Cuaresma, el Pontífice pedía a más de 50.00 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que siguieran rezando por su sucesor y por él mismo, tras finalizar el rezo del Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico vaticano.

SEGUIRSE A UNO MISMO O SEGUIR A DIOS

En aquel momento, también habló de las tentaciones de Jesús en el desierto y alertó de las "instrumentalizaciones de Dios para los intereses propios, al dar más importancia al éxito o a los bienes materiales". "En los momentos decisivos de la vida y en cada momento surge la disyuntiva entre seguirse a uno mismo o a Dios, entre el interés individual o el verdadero Bien, lo que es realmente el bien", subrayó

En los primeros días tras su renuncia, el jueves 14 de febrero, Benedicto XVI se dirigía al clero romano en un tradicional discurso improvisado en el que anunciaba sus intenciones tras abandonar el Pontificado, al asegurar que permanecería oculto al mundo, dedicado a la oración pero cerca de ellos.

UNIDAD Y DIVISIONES DEL CUERPO ECLESIAL

Un día antes, en la celebración del Miércoles de Ceniza, que se trasladó a la Basílica de San Pedro ante la previsión de una mayor asistencia de fieles, Benedicto XVI añadió a los motivos de su decisión otros mensajes. Así, pidió que se viva la Cuaresma superando "individualismos y rivalidades". También advirtió de cómo, en ocasiones el rostro de la Iglesia se ve "desfigurado" y se refirió, concretamente, a "los golpes contra la unidad de la Iglesia y las divisiones del cuerpo eclesial".

"Muchos parecen dispuestos a rasgarse las vestiduras frente a los escándalos e injusticias -naturalmente cometidos por otros- pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio corazón, sobre la propia conciencia y las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta", añadió en aquel momento.

EN PLENA LIBERTAD Y POR EL BIEN DE LA IGLESIA

Esa misma mañana, en su primera aparición pública tras anunciar su decisión, el entonces Pontífice explicó, ante fieles de todo el mundo, que había tomado la decisión "plena libertad" y "por el bien de la Iglesia".

"Después de haber rezado largo tiempo y haber examinado ante Dios mi conciencia, bien consciente de la gravedad de tal acto, pero también consciente de no estar más en grado de desenvolver el ministerio petrino con las fuerzas que requiere", ha precisado.

RENUNCIA POR FALTA DE FUERZAS

Pero, sobre todo, fue el lunes, 11 de febrero, cuando Benedicto XVI, sorprendió al mundo anunciando en latín que tomaba una decisión que no había tomado ningún Pontífice en los últimos 700 años.

"Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio de mi Ministerio. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005", revelaba en su intervención ante el consistorio para la canonización de los mártires de Otranto.