Madrid, 11 Ene. (EDIZIONES)
Un viaje al siglo XIX a través de las prendas utilizadas en esta época es una de las propuestas culturales que propone el Museo del Romanticismo de Madrid en la exposición 'La Moda Romántica'. La muestra expone en total 22 modelos femeninos y masculinos originales de la época y se compone de vestidos de gala, de paseo, trajes de novia o fracs.
Los trajes de esta exposición proceden del Museo del Traje y del propio Museo del Romanticismo, un espacio inaugurado en 1924 en un edificio de 1776, que guarda entre sus numerosas obras objetos que pertenecieron a figuras como el periodista Mariano José de Larra, al escritor José de Zorrilla o al poeta Juan Ramón Jiménez o el retrato realizado a la reina Isabel II por el pintor Federico de Madrazo así como el corsé que salvó a la monarca cuando fue apuñalada por el clérigo Martín Merino y Gómez.
La exposición 'La Moda Romántica', comisariada por Eloy Martínez de la Pera, se podrá visitar hasta el 5 de marzo en el Museo del Romanticismo situado en San Mateo 13 de Madrid, junto al metro Tribunal, y estas son algunas de las piezas que los visitantes podrán encontrar en la muestra.
LEVITA DE LARRA
La levita -prenda masculina popular en el siglo XIX más larga que el frac- que perteneció al escritor y periodista Mariano José de Larra es una de las piezas de esta colección y fue donada al Museo por uno de sus descendientes. Esta prenda comenzó a ganar popularidad a comienzos del siglo XIX junto al frac, y en los años cincuenta se vió desplazada por el auge del uso de la chaqueta.
CORSÉ DE ISABEL II
El museo también acoge, como obra invitada, un corsé que perteneció a Isabel II y que era el mismo que llevaba puesto en el momento en el que sufrió un intento de asesinato. Aún se puede apreciar el corte ensangrentado en el costado producido por el estilete que le clavó el cura Merino a la reina y que no llegó a herir a la monarca gracias a que las ballenas del corsé frenaron el puñal. Se trata de una pieza cedida por el Museo Arqueológico Nacional que se expone por primera vez al público y que se podrá ver hasta el 26 de marzo.
VESTIDO DE NOVIA
Este vestido de novia data de la segunda década del siglo XIX, época en la que no existía una clara diferencia entre el traje de boda y otros trajes ceremoniales y es además uno de los ejemplos de vestido que inicia el estilo romántico, según el museo.
VESTIDO GOYESCO
Esta prenda de la primera década del XIX de talle alto y manga larga se sitúa dentro del estilo Imperio, que invadió todos los ámbitos de la moda a nivel internacional. Su decoración a base de caireles hace que pertenezca también al fenómeno del "majismo", un gusto de las clases altas de la época por vestirse y actuar como los habitantes de los barrios bajos de Madrid.
TRAJE, VESTIDO Y CUERPO
En torno a la mesa del comedor del museo se pueden ver tres prendas. En primer plano se aprecia un traje de los años cincuenta con un estampado que refleja la revolución industrial textil de la época; a su izquierda, uno de los primeros vestidos (1825 - 1830) que muestran el estilo romántico y detrás de la mesa un cuerpo de la segunda mitad del XIX cuyo diseño se inspira en el descubrimiento del exótico mundo oriental.
VESTIDO INFANTIL
Este vestido infantil de estilo Imperio del año 1820 destaca por ser suelto, de talle alto y por estar confeccionado por un pesado tejido. La única diferencia que presentaba en la época con la prenda de una mujer adulta es que las mangas eran cortas y abullonadas.
Esta segunda prenda infantil es un faldón de 1850 utilizado para ceremonias de bautizos. Simbolizaba pureza e inocencia y normalmente cada familia contaba con uno que pasaba de generación en generación.
TRAJES DE BAILE
La moda romántica femenina se caracterizó por oprimir la cintura de la mujer y por sus faldas ahuecadas -haciendo uso de crinolinas- que daban mayor volumen a la mujer. Un ejemplo son estos trajes (1850-1865) con cuerpos escotados y sin mangas que se usaban como prenda de baile o para acudir a la ópera o al teatro.
VESTIDO
La crinolina perdió popularidad en la segunda mitad del siglo XIX y dió paso al polisón, que en lugar de dar vuelo a todo el vestido, desinfla el frente y los costados y da volumen a la parte posterior. En este vestido de 1865 se empieza a ver ese cambio de tendencia en el que se usaba la crinolina lanzada como paso previo al polisón.