Los antidisturbios respondieron con porras y pelotas de goma al lanzamiento de piedras, botellas y bombonas de butano
MADRID, 18 Oct. (EUROPA PRESS) -
La batalla campal desatada entre las fuerzas del orden y los vecinos de la Cañada Real a raíz del derribo de una vivienda ilegal se saldó hoy con una treintena de heridos y nueve detenidos por atentado contra la autoridad y desorden público, según distintas fuentes consultadas por Europa Press. El herido más grave fue un agente del Cuerpo de Policía de Nacional, que sufrió una rotura de mandíbula y fue operado de urgencia en el Hospital Montepríncipe.
Entre los detenidos se encuentra un joven de 18 años, que también sufrió un fuerte golpe en el ojo; el padre de la familia desalojada, de nacionalidad marroquí, y otros tres conciudadanos suyos por intento de robo del arma de fuego reglamentaria de un agente de la Policía Local.
El enfrentamiento comenzó sobre las 9:00 horas cuando la Unidad de Intervención Policial (UIP), los conocidos como antidisturbios, y la Unidad Central de Seguridad de Policía Municipal acudieron a la zona musulmana de la Cañada Real, situada a unos 15 kilómetros de Madrid capital, para desalojar y derribar la vivienda de Abdelilah y Fátima, un matrimonio marroquí con dos hijos pequeños.
Alertados por las excavadoras y los furgones policiales, unos 200 vecinos se echaron a la calle y se apostaron en la puerta de la casa para impedir el derribo, que iba a realizarse en cumplimiento de una orden judicial, notificada previamente a la familia en tres ocasiones.
Entonces, los amotinados comenzaron a lanzar piedras, toda clase de objetos y hasta dos bombonas de butano que sacaron del interior de la vivienda. Todos, niños y mayores, participaron en la revuelta, incluso mujeres cargadas con bebés de corta edad la emprendieron contra los agentes lanzando sillas y otros enseres que encontraban a su paso.
La Policía cargó contra los insurgentes y disparó pelotas de goma para intentar disuadir a los vecinos de su actitud. Como resultado de estos enfrentamientos, 22 personas, cuatro civiles y 18 policías, fueron atendidas por Samur-Protección Civil, mientras que otra decena sufrió fuertes hematomas y contusiones.
En el mismo lugar de los hechos, los sanitarios municipales atendieron a seis antidisturbios y a un agente de Policía Municipal. A parte, 6 policías nacionales más han sido atendidos por Samur-Protección Civil en la Comisaría de Vicálvaro y otros 6 agentes de Policía Municipal precisaron de atención médica en la Comisaría de San Blas. Además, el jefe de la UIP se ha visto obligado a dar la baja a 16 agentes del Cuerpo debido a las heridas que presentaban.
Por otro parte, fuentes policiales consultadas por Europa Press informaron que durante la reyerta ha resultado herido el jefe de la UC2, con un fuerte golpe en el rostro, y un mando de la Policía Nacional, aunque éste último con heridas de menor consideración.
Mientras, una mujer embarazada recibió un golpe en la espalda y fue llevada a observación, donde se ha confirmado que su hijo no corre peligro. Entre los heridos también se encontraba Abdelilah, el dueño de la casa, quien presentaba una fuerte crisis nerviosa y varias contusiones en las piernas y los testículos.
VIVIENDAS ILEGALES
Este suceso se ha desencadenado en la Cañada Real Galiana, un lugar en el que se instalaron hace 30 años los primeros asentamientos ilegales. Desde entonces, se han alternado las resoluciones judiciales que autorizaban el derribo de viviendas, al tiempo que se producía la construcción de nuevas chabolas ilegales.
Abdelilah y Fátima, que llegaron desde Tánger en busca de una vida mejor hace más de 10 años, es una más de las centenares de familias que viven en esta población marginal situada junto al vertedero de Valdemingómez, una zona degradada por el tráfico de drogas en la que se han instalado muchas de las personas que fueron expulsadas de Las Barranquillas.
El poblado de Valdemingómez lo componen más de 2.000 construcciones ilegales habitadas principalmente por 25.000 ciudadanos marroquíes y rumanos de etnia gitana.
Según la Confederación Española de Policía (CEP), la mayoría de los cientos de niños que habitan en el lugar se encuentran sin escolarizar por imposición de sus padres, "pasando las horas muertas" descalzos y avisando a los traficantes de heroína de la llegada de la Policía.
ZONA MUSULMANA
Concretamente, la vivienda derrumbada estaba situada en la zona musulmana de la Cañada Real Galiana, un lugar repleto de viviendas construidas de cemento y con unas infraestructuras en su interior dignas de cualquier hogar del país.
Rachid, el vecino de Abdelilah, no acudió esta mañana a Toledo, donde trabaja como albañil, para apoyar a su vecino. "Mañana me puede tocar a mí. Me da rabia porque esto no son chabolas y aquí vive gente que se levanta a las 6 de la mañana y no vuelve hasta las 9 de la noche", lamentó.
Rachid llegó de Tánger hace 15 años y desde entonces trabaja en la construcción. Calcula que la vivienda de su vecino, compuesta por salón, cocina perfectamente equipada, baño y habitación de matrimonio, costaba 50.000 euros y la había levantado "con mucho esfuerzo y mucho trabajo". "Me molesta después leer que son chabolas, cuando en realidad son casas muy dignas", apuntilló. "Esto tiene que llegar a oídos del Rey de Marruecos, para que le pida explicaciones a Zapatero", sostenía.
El resto de vecinos se dedicó durante toda la mañana a recoger las pelotas de goma que había arrojado la Policía y a guardarlas en unos cubos que después exhibían al gran número de medios de comunicación que se habían desplazados hasta el lugar, entre ellos Al Jazeera, única cadena de televisión autorizada a informar desde Afganistán.
Además, representantes del Consulado marroquí en Madrid se desplazaron al lugar alertados por los niveles de violencia que se vivieron tras iniciarse el desalojo y con la intención de apaciguar los ánimos entre sus conciudadanos. Los representantes diplomáticos escucharon las explicaciones de los hombres, en primer lugar, y a continuación mantuvieron un coloquio con las mujeres.
Muchas de estas mujeres, ataviadas con el velo, mostraron heridas de diferente consideración que habían sufrido durante el violento desalojo.