Ágreda, la Villa de la Dama Azul

Vista De La Villa.
EUROPA PRESS

Por Lara Olmo

A poco más de 50 kilómetros de la ciudad de Soria, y a los pies de la cumbre más alta de la provincia, el Moncayo, encontramos el municipio de Ágreda. Aunque a simple vista pueda parecer austera, recoge en su interior un Conjunto Histórico Artístico de primer orden, catalogado como Bien de Interés Cultural desde 1994. En buena medida gracias al encuentro de tres culturas, la árabe, la judía, y la cristiana, que dejaron un legado artístico digno de mención.

Ágreda fue un antiguo casco celtíbero, y destacó durante la Edad Media como plaza fronteriza entre los reinos de Castilla y Aragón, además de como importante centro artesanal en el que convivieron cristianos, judíos y moriscos. Precisamente en el casco histórico se encuentra la estructura urbanística de los barrios de las tres religiones monoteístas, con restos medievales como numerosas iglesias de gran valía, estelas, restos de murallas y puertas califales. De ahí su sobrenombre de la Villa de las Tres Culturas.

La unión de los reinos de Castilla y Aragón supuso el inicio de su decadencia, de la que tan sólo resurgió durante algunos años a mediados del siglo XVII en que una hija de la ciudad, María de Jesús, monja visionaria y consejera de Felipe IV, más conocida como"La Venerable", consiguió beneficios del monarca para su tierra. "La Dama Azul", llamada así también por sus hábitos, fue la figura espiritual más interesante de la España de su siglo. María Coronel y Arana, ese era su auténtico nombre, se hizo célebre por sus levitaciones y sus "apariciones" en Nuevo México y Texas, en donde evangelizaba y enviaba a los indios a pedir el bautismo a los misioneros franciscanos, aunque se tiene constancia de que nunca se movió de su convento. Es interesante visitarlo y subir a la habitación don de se guardan regalos y recuerdos de su increíble vida.

Los principales atractivos turísticos de Ágreda son su patrimonio cultural y arquitectónico, sin olvidar el Camino de Santiago de Soria. Entre los monumentos obligados de visita están la Iglesia de San Miguel, la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros, y el Museo Sor María Jesús de Ágreda, situado dentro del Convento de la Concepción, que la propia "Venerable" fundó.

La Iglesia de San Miguel fue construida a finales del siglo XV, en estilo gótico, pero se conserva la antigua torre-campanario románica almenada del siglo XII. En la capilla mayor se encuentra un interesante retablo que se atribuye a Pedro de Aponte o al anónimo Maestro de Ágreda, uno de los manieristas más importantes de la primera etapa de la pintura renacentista española. Las restantes capillas están decoradas con retablos góticos y platerescos.

Compartiendo casi espacio con la Plaza Mayor de la villa, la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros fue levantada a mediados del siglo XVI como parte del antiguo Convento de San Agustín. Éste fue desamortizado en 1836 y posteriormente desapareció, quedando únicamente en pie la iglesia, convertida en templo parroquial dedicado a la Virgen de los Milagros, patrona de Ágreda desde la sanción de titularidad emitida por el Papa Paulo III en el siglo XVI. Cuenta la tradición que la imagen fue hallada por unos pastores de Yanguas en tierras extremeñas, los cuales se la entregaron a un señor que posteriormente la entronizó en la iglesia de San Martín. Hasta que fue trasladada a Ágreda al recibir ésta la carta puebla de manos de Alfonso VII.

Además de monumentos católicos, en Ágreda tienen mucha presencia los de origen morisco, así como los edificios civiles. En el barrio árabe de Ágreda se concentran innumerables muestras que reflejan el paso de los morisco en esta localidad: la Muralla Árabe, la Puerta de Felipe II, el Torreón de la Muela, del que parte la muralla, el Mirador de las Huertas Árabes, o el Arco Califal son algunas de ellas. Colindando con este barrio, y adosado a la muralla que lo separa del recinto cristiano, encontramos el Palacio de los Castejones, el edificio más importante de la arquitectura civil de Ágreda.

Merece la pena realizar alguno de los cinco paseos que ofertan por la localidad, dedicados a conocer a fondo cada uno de sus barrios, a excepción de uno centrado en los espacios verdes. El Paseo por el Barrio Moro, Paseo por la Peña, Paseo por San Miguel, Paseo por San Juan, y el Paseo por los Jardines y el Agua son las cinco rutas alternativas que el viandante puede realizar.

Además de su patrimonio artístico, no hay que olvidar el privilegiado enclave del municipio. La influencia de la montaña del Sistema Ibérico, la sierra del Moncayo y los ríos, determinan una importante variedad de paisajes, que engloban desde el típico bosque atlántico de hayas hasta el bosque mediterráneo de robles y encinas, la estepa y el bosque galería de los márgenes de los ríos, a escasa distancia del núcleo poblacional.

La herencia medieval, judía y musulmana ha dejado algunas trazas de estas culturas en la gastronomía del municipio. La cocina pastoril marca su personalidad, y su condición de villa de interior hace que muchos de sus platos se elaboren con productos no perecederos como el bacalao y el congrio secos.

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