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Por Marta Imízcoz
La Semana Santa siempre ha ido relacionada con la solemnidad, el silencio, el atronador sonido de los tambores e incluso emoción y lágrimas. En la Región de Murcia no es para menos, sin embargo, los pequeños detalles de sus celebraciones locales hacen de sus procesiones espectáculos únicos que merecen la pena observar, por lo menos una vez en la vida.
MURCIA, SILENCIOS ENDULZADOS CON CARAMELOS
Dieciséis son las procesiones que tienen lugar en la capital murciana durante los diez días de Semana Santa (desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección), aunque son cuatro las más representativas de la ciudad, por su solemnidad.
Comenzamos el Lunes Santo con la Cofradía del Cristo del Perdón a las 7 de la tarde, donde las estrechas callejuelas del centro de la ciudad se convierten en un lugar íntimo y cómplice para disfrutar la visión del Cristo. También es un gran momento cuando, pasadas las primeras horas de la madrugada, el paso regresa a su templo parroquial, tras aproximadamente seis horas de recorrido.
El Viernes Santo tiene lugar la procesión de los Salzillos, unas auténticas obras de arte creadas en el siglo XVIII por el artista murciano Francisco Salzillo y que con el paso del tiempo se tornan cada vez nás hermosas. Para esta procesión, sin embargo, habrá que madrugar mucho, puesto que comienza a las 8, a las seis horas solares tal y como manda la antiquísima constitución de la Cofradía de Jesús Nazareno, poseedora de los pasos.
Pero, si estas procesiones se hacen pesadas para los niños, no hay razón para dejarse llevar por el pánico, los nazarenos murcianos están muy bien aprovisionados de caramelos, bollos, huevos duros y otros obsequios que entregar a los niños a su paso, llegando a cargarse con hasta 10 kilos de éstos, con tal de hacer el rato un poco más interesante a los pequeños.
Sin embargo, hay dos procesiones especialmente solemnes, donde el silencio y el fervor religioso toman un cariz especial, tienen lugar el Jueves y Sábado Santo y son las del Cristo Yacente y la del Cristo del Refugio, llamado del Silencio.
En la primera, los cofrades van de blanco, color de luto en el pueblo hebreo y caminan descalzos en profundo silencio. Ésta es una procesión breve, de apenas 2 horas y media puesto que ya que ha de estar recogida antes del inicio de la solemne vigilia pascual que se celebra en la Catedral de la Diócesis a partir de las diez de la noche.
Otra procesión "corta" es la del Sábado Santo, la del Cristo del Silencio, la cual sale a las 10 de la noche con todas las luces apagadas, y donde el blanco se torna negro y púrpura para honrar al Cristo, el único paso de la comitiva. Un momento realmente único es la llegada al templo, puesto que los nazarenos deben permanecer arrodillados por toda la calle que conduce a San Lorenzo hasta que llegue el paso.
CARTAGENA, AIRES CASTRENSES Y BRISA DE MAR
Cartagena, el puerto de las tres culturas, muestra al visitante en Semana Santa su lado más castrense. No en vano, una de sus cofradías, los Californios, debe su apelativo a unos marinos que ingresaron al poco de regresar del virreinato de Nueva España, en la costa de California, allá por 1768.
También el mar, tan presente en la tradición cartagenera, tiene su espacio en las cofradías, donde la venta de un marrajo, una especie de tiburón muy común en la zona, servía a los pescadores para sufragar la salida del Nazareno, y aportando este apelativo a sus cofrades.
De entre las 10 procesiones que se llevan a cabo durante toda la Semana Santa la cofradía California tiene el martes marcado a fuego, en ese día se da la procesión del traslado de los apóstoles Santiago, San Juan Evangelista y San Pedro, cada uno de uno de los edificios militares de la ciudad.
El mayor problema está a cuál de las tres salidas acudir, puesto que tanto Santiago como San Juan Evangelista comienzan a las ocho y media y San Pedro a las nueve, y cada una en un punto de la ciudad.
Sin embargo, merece la pena aligerar el paso para ver, por lo menos dos de ellas: la procesión de San Juan evangelista en el Parque de Artillería y la de San Pedro apóstol en el Arsenal Militar.
En el Parque de Artillería, San Juan rinde honores a la bandera y se hace una oración de difuntos y, a la llegada del paso a la altura de las puertas abiertas de la Basílica de la Caridad, los portapasos del apóstol giran el Trono para que la Virgen de la Caridad pueda ver a su hijo, uno de los momentos más emotivos de la procesión.
Por otro lado, en la plaza de armas del Arsenal Militar, en lo alto de la ciudad, San Pedro, que está inscrito como operario de éste es "acompañado" por el Mayordomo Presidente de los californios para pedir permiso al Almirante para pernoctar fuera de las instalaciones y unirse a los festejos, el Almirante le da permiso, siempre y cuando regrese antes de medianoche pero, como no es el caso, San Pedro quedará bajo arresto hasta el año siguiente.
El tercero en discordia, el Apóstol Santiago, patrón de España, sale desde el Gobierno Militar a las ocho y media, con un emotivo acto a la puesta de sol, donde rinde honores a la bandera española, mecido por sus portapasos, cuando esta es levantada a los sones del himno nacional.
A las 22.15 horas y los tres Santos se encuentran en la plaza de San Sebastián, donde inician una procesión juntos hasta la Iglesia de Santa María.
LORCA, LA ETERNA LUCHA
Si hay una Semana Santa completamente diferente, ésta es la procesión del Jueves Santo en Lorca, declarada Interés Turístico Internacional. La ciudad de llena de fastuosas carrozas, cuádrigas, caballos y ricos bordados para mostrar el esplendor y la belleza.
De hecho, la Semana Santa aquí no significa tiempo de paz, sobretodo para las cofradías blanca y azul.
Estas dos cofradías históricas mantienen una sana rivalidad que en el desfile bíblico- pasional del Jueves Santo se torna en una batalla campal. Tanto es así, que la calle Juan Carlos I se ve dividida en dos graderíos (como se muestra en la página web del ayuntamiento a la hora de reservar las sillas para ver el espectáculo), uno por cofradía y donde unos y otros de dedican a molestar al contrario.
Es así como, ante el paso de las carrozas, los cofrades blancos reparten caramelos amablemente a su grada, mientras que lanzan sin piedad a los de la grada azul, y viceversa.
También es posible oír decir a los esclavos de la reina de Saba decir "doce, doce" para recordar el años en que la cofradía contraria intentó meter una cuádriga de 12 caballos para superarles, o cómo blancos comentan lo fea que es la virgen azul, mientras que los azules critican el manto de la virgen blanca, eso sí, todo con humor y con un cariño "de hermanos".
Sea cual fuere, todas las semanas santas murcianas son dignas de ver y experimentar, puesto que cada una de ellas permanece original, aunque unida al resto en su fervor y su amor por el Cristo