Foto: TURISMO DE INTERLAKEN
Por Javier Carrión
Si hay en Suiza un viaje espectacular en tren ese es el que asciende a la Jungfrau a través de los montes Eiger y Mönch. Desde hace cien años esta subida espectacular al "techo ferroviario" de Europa seduce a alpinistas y turistas. Y es que, a casi 4.000 metros de altura, la naturaleza estalla alrededor de las tres míticas cumbres alpinas y el glaciar más grande de Centroeuropa.
Interlaken, la estratégica ciudad suiza situada entre los lagos de Brienz y Thun, se dispone a celebrar por todo lo alto el próximo año el primer centenario del Jungfraubahn, el tren de cremallera que consiguió alcanzar la cima de este gigante alpino en 1912. El viaje, recomendable siempre que el tiempo acompaña, dura dos horas y permite descubrir como gracias a esta ambiciosa obra de ingeniería de montaña el ferrocarril "destripa" las entrañas del Eiger y del Mönch. Antes y ahora el objetivo del tren no era otro que atravesar un túnel helicoidal de 7 kilómetros de longitud excavado prodigiosamente en las paredes más empinadas de la pared norte del Eiger, la llamada entre los alpinistas "pared asesina" por las muertes que ha ocasionado a lo largo de su historia. Sólo así se podía superar un desnivel de 1.400 metros antes de poner ante nuestra vista la imponente cima de la Jungfrau, "la doncella" de los Alpes Berneses. Y lo será así al menos unos años más, pues el proyecto que tienen sus propietarios, el Holding Jungraubahn AG, de crear un funicular subterráneo que suba en vertical desde el valle de Lauterbrunnen hasta la cima se encuentra paralizado.
Lo que sí están marcadas son las celebraciones que conmemorarán esta vieja gesta de la ingeniería de montaña. En la inicial, programada para este mes de enero, Gerry Hofstetter, un artista suizo "maestro de la luz", establecerá un campamento en el glaciar situado debajo de la cumbre de la Jungfrau para iluminar el histórico pico con la ayuda de su equipo. El objetivo es proyectar en la cara norte de la montaña una cruz suiza, un retrato de Adolf Guyer-Zeller, fundador del histórico tren, y una imagen de la estación ferroviaria más elevada que se puede encontrar en Europa (3.454 metros).
Pero éste será solo uno más de los ochenta actos conmemorativos que los organizadores desarrollarán hasta que el centenario se cumpla oficialmente el 1 de agosto. En esa fecha del año 1912 entraba en operaciones un tren que había empezado a ser diseñado en 1896 junto con una entonces revolucionaria estación ferroviaria "que rozaba el cielo". Mucho antes incluso, en 1860, se presentaron diversos proyectos para acometer una aventura que parecía inalcanzable para el hombre. Fue como consecuencia de la llegada de los primeros turistas y aventureros que querían encontrar una montaña, la mejor en los Alpes, que pudiera competir con la célebre Matterhorn (Monte Cervino). Pero la mayor parte de esos estudios fracasaron y hubo que esperar hasta el 27 de julio de 1896 para asistir a la colocación de la primera piedra de la faraónica obra que acabaría conectando Grindelwald y Lauterbrunnen con Kleine Scheidegg y finalmente el Jungfraujoch.
La inauguración de la línea permitió -como lo sigue siendo hoy en pleno siglo XXI- disfrutar de una increíble excursión por los glaciares alpinos. Gracias a este tren cremallera que penetra por la roca hacia el interior de la montaña los primeros turistas pudieron incluso conocer panorámicas inéditas del lugar desde dos aperturas "protegidas" por una barandilla que en 1972 fue sustituida -la seguridad manda- por unas ventanas panorámicas. Situadas en las dos paradas previas a la cima (el Mar de Hielo, "Eissmeer", y la Pared Norte del Eiger, "Eigernordband"), estos privilegiados miradores permiten descubrir los "hielos eternos" con bloques desprendidos del tamaño de una casa casi como si el visitante los tuviera delante de sus ojos a solo unos metros. Todo un inesperado espectáculo visual cuando el oxígeno comienza a disminuir en los pulmones y el conductor del convoy recomienda a los pasajeros no correr ni moverse agitadamente para gozar de estas panorámicas mientras el cuerpo va adaptándose a la altitud.
Al llegar al destino final del viaje, tras un asombroso recorrido repleto de frondosos paisajes naturales, el visitante se encuentra en las entrañas de "La Esfinge", la parte superior de la montaña, desde donde se toma un ascensor que conduce a lo más alto del observatorio científico. Sólo unos segundos después, tras subir unos escalones, se accede a la famosa terraza panorámica de Sphinx, casi suspendida en el vacío. Y allí sobre su suelo metálico, no recomendado para los que tienen vértigo, parece increíble comprobar la ubicación de este observatorio en lo más alto de un espigado torreón rocoso con una vista de 360 grados que jamás abandona nuestra retina. Una panorámica que resulta incluso aún más espectacular en los días más claros cuando se divisan los Alpes, la Selva Negra y el glaciar Aletsch, el único alpino catalogado como Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO con su lengua de 23 kilómetros de longitud y 900 metros de profundidad.
En el interior, un laberinto de túneles (el último, de 250 metros, se inaugurará en abril de 2012 y conectará la terraza panorámica de Sphinx y el Palacio de Hielo), pasadizos y ascensores conduce a otras atracciones como el restaurante del glaciar "Top of Europe", el Parque de Esquí y Snowboard, el propio Palacio de Hielo o ya en el exterior junto al glaciar las tirolinas que descienden vertiginosamente por encima de los hielos. Todo es asombroso en este nevado paraje en el que tampoco faltan equilibristas, como el suizo Freddy Nock que logró el 30 de agosto de 2011 establecer un nuevo record mundial al caminar sobre un cable sin ninguna protección 160 metros. Freddy protagonizaba a 3.500 metros de altitud una hazaña deportiva y una bellísima estampa jugándose el tipo en el aire ante la muda presencia del Mönch "Monje", (4.099 m.), y la Jungfrau, esta última siempre desafiante, con solo 60 metros más de altitud que su inseparable compañero en este espectacular "skyline" alpino. GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
La principal ciudad de acceso a la región es Interlaken. Desde nuestro país, la vía más rápida es viajar en avión (www.swiss.com) con vuelos diarios que ofrece la compañía suiza desde Barcelona, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca y Valencia hasta la ciudad de Zurich, 128 km al norte de Interlaken. Se puede alquilar un coche en el mismo aeropuerto o tomar algún tren desde la Estación Central de Zurich hacia Interlaken.
Para dormir
Lindner Grand Hotel Beau Rivage, Höheweg 211. Inf:
www.lindner.de Tel: +41 (33) 826 70 07
Para comer
Jungfrau Brasserie. Höheweg 41. Tel: +41 (33) 828 28 28
Más información
www.jungfrau.ch / www.jungfrauwinter.ch / www.interlaken.ch / www.jungfraubahn.ch / www.myswitzerland.com