Foto: SECRETARÍA DE TURISMO DE MÉXICO
Por Marina García
México, la sola mención de su nombre transporta al viajero a playas de arena blanca y sol, al perfil de ruinas mayas recortadas contra el cielo, pero este país es mucho más. Al cobijo de las sierras y a las puertas del desierto se encuentran las ciudades coloniales, que fundadas a lo largo del siglo XVI por los conquistadores, son uno de los mayores patrimonios históricos y culturales que se conservan del paso de los españoles por aquellas tierras.
Alrededor de la Ciudad de México, en plena época colonial, nacieron ciudades que fueron especialmente prósperas y que se nutrieron de toda esa riqueza para levantar grandes conjuntos monumentales, que han llegado intactos hasta nuestros días. Son las ciudades Tesoro Colonial, que con sus calles empedradas, sus edificios clásicos y sus balcones, puertas y ventanas de corte típicamente español, retrotraen al viajero siglos atrás.
A un tiempo de conquista, de minas de oro, de señores que controlaban sus tierras, de caballeros españoles y ciudades indígenas conquistadas, y de los que hoy queda la cultura de un país mezcla de muchos orígenes y el perfil de unas ciudades que vivieron sus mejores tiempos en otra época.
Pero además de arquitectura, historia y gastronomía, desde la Secretaría de Estado de Turismo de México proponen combinar estos destinos con el turismo de aventura en la naturaleza, explorando las regiones del estado de Chiapas entre otros, sobre todo en las extensas zonas montañosas de la Sierra Madre de este Estado, en el extremo sureste del país.
PERFILES CHURRIGUERESCOS Y FACHADAS ROSAS.
El primer escenario de esta ruta por el pasado colonial de México comienza en el estado de Durango y en la ciudad del mismo nombre, a la que se llega atravesando el Espinazo del Diablo, una carretera de 10 kilómetros construida entre quebradas, profundos desfiladeros y barrancos, que hace honor a su nombre y que no es apta para los que sufren vértigo.
Fundada en 1563, es en esta ciudad donde se contemplan los primeros ejemplos de los estilos arquitectónicos que predominarán durante todo el viaje, el Barroco , el neoclásico y el 'churrigueresco', llamado así en honor a su autor, y que se caracteriza principalmente por llenar cada espacio de cientos de detalles y por llevar el concepto de 'recargado' un paso más allá.
Disfruta en Durango de las vistas desde el teleférico que une el Cerro del Calvario con el Cerro el Remedio, y de su legado arquitectónico cuando caiga el sol y la fachada de la Catedral de la Inmaculada se ilumine, en la Plaza Central. La siguiente parada es la ciudad de Zacatecas, fundada en 1546, donde de repente el paisaje se vuelve rosa.
Y es que ese es el color de la piedra que se extraía de la cantera cercana a la ciudad, que tiñe las fachadas de los edificios de un color terroso, pero que por cuyo perfil podríamos estar en cualquier ciudad de Europa. Las mejores vistas se obtienen desde el Cerro de la Bufa. Pero también hay sitio para la cultura indígena, pues Zacatecas acoge el centro arqueológico de La Quemada, uno de los mejores representantes de la cosmovisión de estos pueblos.
GASTRONOMÍA Y MEZCAL EN POTOSÍ.
Cerca de Zacatecas aparece el estado de San Luis Potosí y la ciudad del mismo nombre, una tranquila villa de amplias plazas y jardines, que contrastan con los regios y bellos edificios oficiales y religiosos. En este punto donde el estómago tiene todo el protagonismo, pues la gastronomía de San Luis es famosa a la par que variada.
El asado de novia o las enchiladas potosinas son paradas obligatorias en el camino, del mismo modo que la Ruta del Mezcal, ya que en esta región se encuentran las principales haciendas mezcaleras.
Y es en el estado de San Luis Potosí donde por primera vez el viajero se acercará a un Pueblo Mágico. Así les llaman a las localidades que aún conservan todos los atributos, leyendas, e historias, a la vez que los aplican a su día a día, preparando al turista un escenario único de color, costumbres y ante todo, cultura.
El Pueblo Mágico de Catorce posee ese aire fantasmal que le confiere el estar en medio del desierto potosino. Mientras que el pueblo de Xilitla, espera al viajero con una de las mejores muestras de arquitectura surrealista en medio de una densa vegetación.
MISIONES FRANCISCANAS, PATRIMONIO CULTURAL.
Es la hora de recorrer el estado de Querétaro y de descubrir las cinco Misiones Franciscanas de Fray Junípero, que de estilo Barroco y consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad, se reparten por toda la Sierra Gorda, marcando el camino que siguieron estos monjes en su 'divino' cometido durante los primeros siglos de la conquista. Es en esta región donde merece la pena parar y dejar de lado por unos instantes la cultura, para disfrutar de los deportes de aventura en plena sierra.
Mención aparte merecen las haciendas queretanas en el municipio de San Juan del Río, testigos privilegiados de la historia del país, narrada en los muros de las antiguas casonas perfectamente conservadas. Están situadas entre los viñedos que se extienden a través del semidesierto queretano.
Y del viñedo el vino. Las uvas de la región despiden el viaje con el broche perfecto de una visita y una cata, en la Ruta del Queso y el Vino de los municipios de Ezequiel Montes, El Marqués y Tequisquiapan.