MADRID 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
Las tormentas que azotaron Dubái (Emiratos Árabes Unidos) la semana pasada provocaron una congestión "sin precedentes" en la ciudad y obligaron a Emirates, compañía de bandera del país, a suspender una gran parte de su operativa, lo que ha generado que la compañía acumulara unas 30.000 maletas en el aeropuerto que están siendo gestionadas para que lleguen a sus dueños.
El presidente de la compañía, Tim Clark, ha emitido una carta a los clientes donde muestra sus "más sinceras disculpas" a todos aquellos que han tenido que interrumpir sus viajes.
El martes, primer día de estas lluvias, la compañía desvió docenas de vuelos a otros destinos. Entre el miércoles y el viernes, la aerolínea suspendió casi 400 vuelos y retrasar otros tantos ante la escasez de personal y suministros.
Ante esto, Emirates suspendió la facturación de los pasajeros que salían hacia Dubái y embargar la venta de billetes, programando vuelos adicionales a aquellos destinos en los que había más clientes desplazados.
En estos días, la compañía aseguró más de 12.000 habitaciones de hotel y expendió 250.000 vales de comidas, así como otros artículos de primera necesidad.
Clark ha pedido paciencia a los clientes porque tardarán "unos días" en resolver los problemas de los clientes y equipajes afectados por estas tormentas y ha admitido que la actuación de Emirates "ha estado lejos de ser perfecta".
"Reconocemos y comprendemos la frustración de nuestros clientes por la congestión, la falta de información y la confusión en las terminales", ha subrayado, a la vez que ha catalogado de "inaceptables" las "largas colas y los tiempos de espera".
No obstante, ha agradecido a todo el equipo de la compañía por su esfuerzo durante estos días y ha asegurado que han "aprendido" para "corregir las cosas y mejorar" los procesos.
El martes de 16 de abril se registraron las mayores precipitaciones de los últimos 75 años en Emiratos Árabes Unidos, acompañados de fuertes de vientos, lo que interrumpió la actividad en todas las ciudades.
El centro de operaciones de Emirates permaneció abierto con movimientos de vuelos reducidos por seguridad, pero el cierre de las carreteras impidieron a la tripulación y los pasajeros llegar al aeropuerto.