Lisboa, la escapada perfecta para los meses de otoño - TURISMO DE LISBOA
MADRID, 7 Oct. (EUROPA PRESS) -
La ciudad portuguesa de Lisboa presenta unas condiciones excelentes para hacer un city-break otoñal, ya que, además de numerosos atractivos turísticos presenta una completa agenda cultural con eventos para todos los públicos.
La romántica Lisboa, con sus calles adoquinadas, sus cuestas y sus miradores, es un destino ideal para descubrir en cualquier época del año, pero, en otoño, la visita es mucho más especial.
Gracias a los múltiples días festivos y puentes que se celebran durante esta estación en España, a las buenas conexiones entre ambos países y a la bajada de precios en temporada media, la capital portuguesa se postula como el city-break perfecto para los próximos meses.
Además de septiembre a diciembre las temperaturas descienden oscilando entre los 22 grados (por la mañana) y los 14 grados (por la noche), por lo que es un clima muy agradable y templado para recorrer la ciudad lisboeta.
Sin olvidar que la luz durante el último cuatrimestre del año proporciona colores muy vivos y que los espacios naturales se tiñen de bonitos tonos marrones, naranjas y amarillos.
Entre los imprescindibles de Lisboa para un escapada de corta duración se encuentra la Plaza del Comercio. Esta gran explanada abierta al río Tejo, con edificios de color blanco y amarillo, es una de las zonas más turísticas de la ciudad.
Con el Puente 25 de Abril como telón de fondo, alberga atractivos tan icónicos como el Arco da Rua Augusta (desde cuya azotea se pueden admirar unas vistas espectaculares), la estatua ecuestre del monarca José I y, entre otros, el centro interpretativo Lisboa Story Centre, donde poder conocer la historia de la capital.
Además, es en la Plaza del Comercio donde lisboetas y turistas se reúnen cada Nochevieja en Lisboa para dar la bienvenida al año nuevo entre fuegos artificiales y chupitos de ginjinha, amenizados, habitualmente, por conciertos y espectáculos.
Desde la misma Praça do Comércio se puede acceder a pie al centro histórico lisboeta, a través de la Rua Augusta, su calle principal. En esta zona nadie puede dejar de visitar la Praça del Rossio, con el Teatro Doña María II y la bonita estación; la Igreja de São Domingos y el Elevador de Santa Justa, que une la Baixa Pombalina con el Chiado. Si se continúa avanzando, la Avenida da Liberdade ofrece multitud de comercios para adquirir artículos a la última moda.
La gran bahía que hay frente a Lisboa se conoce por el mar de la Paja. Para cruzar de un lado al otro hay dos puentes de reciente construcción. Uno es el 25 de Abril y el otro es el Vasco de Gama. Este último tiene el título de ser el más grande de Europa: 12 kilómetros de lado a lado. Además tiene el título de haber acogido el mayor número de comensales sentados en una comida.
UN TRANVÍA AMARILLO EN LISBOA.
Los tranvías de Lisboa son una de las mejores formas de moverse por Lisboa y explorar su casco histórico en el medio de transporte más auténtico de la ciudad.
Con su característico color amarillo los tranvías de Lisboa son una de sus postales más típicas, y también del resto del país, pues existen tranvías en Portugal en muchas de sus grandes ciudades. Los verás en imanes, azulejos, delantales, así como en numerosos souvenires.
Una de las experiencias más auténticas que se pueden vivir en Lisboa es montar en su emblemático Tranvía 28, que circula entre los barrios de Graça y Prazeres, pasando por puntos como la Catedral (el edificio religioso más antiguo de la ciudad), el mirador de Santa Lucía (el más famoso de Alfama), el original Museu do Fado y el Castelo de São Jorge perfecto para visitar con niños.
BARRIO Y PASTEL DE BELEM.
En toda escapada a Lisboa no puede faltar una visita al barrio de Belém, que alberga algunos de los monumentos más importantes. Entre ellos, destacan la Torre de Belém, el Mosteiro dos Jerónimos, el Padrão dos Descobrimentos y el recientemente inaugurado Museu do Tesouro Real, que muestra de forma permanente las joyas de la Corona portuguesa.
La Torre de Belém, situada en el estuario del Tajo, sirvió inicialmente como torre defensiva para proteger Lisboa, aunque posteriormente su misión se relegó a la de convertirse en uno de los faros de la ciudad y el centro aduanero.
En la planta baja de la torre se encuentran 16 ventanas con cañones defensivos y también se pueden visitar los fosos y los huecos por los que se tiraba a los prisioneros. La torre cuenta con cinco pisos y termina en una terraza.
Todas las plantas se comunican únicamente por una pequeña escalera de caracol. En la fachada oeste de la Torre de Belém se encuentra una curiosa gárgola que representa la poco característica imagen de un rinoceronte. El primer rinoceronte en pisar Portugal llegó de la India en 1513.
Otra de las cosas curiosidades de Lisboa son sus suelos considerados verdaderas obras de arte. El estilo conocido como calzada portuguesa está hecha por maestros llamados calceteiros. Se trata de una combinación de baldosas pequeñas de piedra caliza y cobalto. Los colores más típicos son el negro y el blanco aunque también hay rojo y marrón. Lo más llamativo son los dibujos que representan desde olas de mar a motivos marineros desde patrones geométricos simples a sofisticados diseños.
LISBOA DESDE LAS ALTURAS.
Los miradores de Lisboa son los mejores lugares en los que comenzar o terminar un día de visitas por la capital y es que encontrar una terraza desde la que divisar Lisboa no es complicado.
Casi cada una de las calles que ascienden desde el Tajo desembocan en una atalaya en la que dar buena cuenta de un café junto a unos pasteles de nata o de una típica ginja lisboeta.
Entre los más famosos están el Mirador de Santa Luzia, el Mirador de Portas do Sol, el del Castillo de San Jorge, el Mirador de Gracia, el Mirador de Santa Clara, el mirador del Arco da rua Augusta o el Mirador de Santa Catalina entre otros.
RECETA SECRETA DEL PASTEL DE BELÉN.
La cocina lisboeta se caracteriza por la variedad, con productos del mar como el marisco y el pescado de altísima calidad (donde el bacalao representa una parte importante); y de la tierra, como el pan, el aceite, el queso y el vino. Sus recetas típicas pueden degustarse en todo tipo de restaurantes.
También merece la pena probar sus famosos Pastéis de Belém, cuya receta original data de 1837. Se cree que fueron creadas con anterioridad al siglo XVIII por las monjas del convento de los Jerónimos (al lado de la pastelería).
Son unas tortitas de crema, de unos 10 centímetros de diámetro, elaboradas según una receta secreta que no ha sido desvelada en casi doscientos años y que, supuestamente, sólo tres personas conocen en el planeta. Tanto la pasta de hojaldre del pastel como la crema (hecho con yema de huevo, leche y azúcar)que lleva dentro se elaboran a puerta cerrada, en la llamada "oficina del secreto" (oficina do segredo), en un proceso que dura dos días.
Y aquellos viajeros que que puedan extender su escapada un día, pueden aprovecharlo para hacer una excursión a una de las villas portuguesas más bonitas: Sintra. Entre sus principales imperdibles se encuentran el majestuoso Palácio Nacional da Pena, el Castelo dos Mouros y la mística Quinta da Regaleira.
La ciudad se extiende por una amplia zona repleta de colinas sobre la que descansan palacios y castillos. Por allí es posible disfrutar de alguna ruta de senderismo o, incluso, de espectaculares playas como Praia de Ursa, Praia do Magoito o Praia Grande.