Centro de Lisboa - ELENA QUESADA
MADRID 28 Oct. (EUROPA PRESS) -
Con más de 3.000 años de historia y cuestas que suben y bajan, Lisboa luce sus viejas calles empinadas y empedradas, desplegadas sobre las siete colinas que la sostienen. Su topografía permite que cada colina se convierta en un mirador singular con vistas desde donde se puede apreciar la belleza decadente de la ciudad, junto con el escenario natural del río Tajo, el más largo de la península ibérica.
La capital lusa se ha convertido en un destino de moda tras haber pasado inadvertida durante mucho tiempo. Al igual que muchos destinos populares, no ha escapado de la masificación del turismo, la llegada de nómadas digitales y los conflictos con el alquiler turístico. No obstante, aún es posible disfrutar de la ciudad en un viaje exclusivo, explorando esa Lisboa secreta, local y auténtica que permanece al margen de las rutas más transitadas.
Bajo las calles de edificios de colores pastel y tejados rojos, una ciudad oculta aguarda: restos milenarios de civilizaciones antiguas, catacumbas romanas y misterios arqueológicos. Lisboa, una de las urbes más antiguas de Europa, revela múltiples facetas que van desde los asentamientos del Neolítico y la Olisipo romana, pasando por la medieval Lixbona, hasta la Lisboa actual, que los arqueólogos aún no terminan de desentrañar.
EL GRAN TERREMOTO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA DE PORTUGAL
Gran parte de su historia fue derribada en un solo día: el 1 de noviembre de 1755, Día de Todos los Santos, un gran terremoto sacudió la ciudad, minutos después, el río Tajo pareció retroceder para regresar con la fuerza de un tsunami. Por si fuera poco, Lisboa se incendió y las llamas la asolaron durante cinco días.
Miles de personas murieron tras la tragedia del primero de noviembre, y más del 80 por ciento de los edificios se destruyeron, se perdieron monumentos de alto valor cultural, como palacios, teatros y bibliotecas. Los ciudadanos de aquella época pensaron que se trataba de un castigo divino.
La capital se levantó y se reconstruyó, viviendo innumerables transformaciones hasta convertirse en la ciudad que se puede visitar hoy, cultural y cosmopolita. En los últimos años, Lisboa ha inaugurado museos inmersivos que, con dinámicas de "escape room", permiten a los visitantes revivir el pasado a través de experiencias sensoriales. Uno de los más destacados es el museo "Quake", donde los visitantes pueden experimentar la tragedia del Gran Terremoto en una recreación realista.
Lisboa ha optado por conservar las ruinas de algunos monumentos que sobrevivieron al Gran Terremoto, permitiendo a los visitantes sentir el eco de aquel trágico día. El Convento do Carmo permanece como un testigo silencioso que ha sobrevivido a todas las catástrofes; sus arcos descubiertos bajo el cielo albergan en su interior un museo arqueológico donde se expone una colección desde la prehistoria hasta la Edad Media.
El convento se encuentra en el barrio de El Chiado, en lo alto del centro de la capital, desde donde se puede acceder a comercios con terrazas que ofrecen vistas a la ciudad. A pocos metros se encuentra la cima del Elevador de Santa Justa, que conecta El Chiado con la Baixa Pombalina. El ascensor fue diseñado por Raoul Mesnier de Ponsard, responsable de la construcción de sus hermanos, los elevadores de Lavra, Glória y Bica.
Los ascensores, antes impulsados por vapor y ahora eléctricos, operan como tranvías, subiendo y bajando cuestas. Su estilo retro y colores vibrantes atraen a los visitantes y suelen protagonizar las fotografías de viaje.
GALERÍAS ROMANAS, EL TESORO QUE POCOS PODRÁN CONOCER
Millones de turistas han caminado sobre restos de antiguas civilizaciones sin haberlo percibido. Gran parte del barrio de La Baixa se ha construido sobre ruinas que fueron descubiertas tras el Gran Terremoto. Pertenecientes al siglo I después de Cristo, se denominan Galerías Romanas y ahora son gestionadas por el Museo de Lisboa.
Antiguamente servían para crear una plataforma horizontal en terrenos con pendientes inestables, permitiendo así la construcción de grandes edificios. Actualmente, las galerías romanas permanecen cerradas gran parte del año, ya que suelen estar sumergidas en aguas subterráneas que alcanzan más de un metro de altura.
Se puede acceder a las galerías mediante una alcantarilla que se abre dos veces al año, cuando el nivel del agua desciende; solo los más rápidos consiguen entrar. Para acceder, el Museo de Lisboa generalmente anuncia una semana antes las inscripciones, y las entradas se agotan en cuestión de minutos. De igual forma, el Banco de Portugal recibe una vez al año a veinte visitantes para conocer las catacumbas, pero pocos son los afortunados que consiguen entrar.
UNA LISBOA EXCLUSIVA
Algunas ruinas se han descubierto recientemente y se han convertido en espacios musealizados por su valor histórico y cultural. Un ejemplo de ello es el hotel Áurea Museum, un boutique de cinco estrellas perteneciente a la cadena Eurostars, que acoge secretos arqueológicos, a la vez que ofrece lujo mediante una experiencia auténtica.
En 2005, el Grupo Hotusa compró las instalaciones del antiguo Palacio de Coculim, un edificio del siglo XVI que sufrió el gran terremoto de Lisboa. Durante las reformas, salieron a la luz hallazgos arqueológicos, entre los que se encuentra una inscripción fenicia del año 6000 antes de Cristo, considerada la más antigua de Europa occidental.
Asimismo, el hotel alberga el único mosaico completo de Lisboa y bien preservado, según explica la arqueóloga Inés Sofia Amaro Alves Ribeiro. El hallazgo combina motivos florales y geométricos y representa a la diosa Venus. Además, el museo incluye un muro romano y una zona arqueológica que muestran cómo era la ciudad de Olisipo (actual Lisboa) en tiempos romanos.
Así como este espacio, hay más rincones musealizados que puede visitar el público general, en la página web del proyecto 'Lisboa Romana' hay un buscador con un mapa que localiza los espacios ocultos convertidos en museos. Esta iniciativa promueve la divulgación de las herencias arqueológicas, especialmente de la época romana.
SETÚBAL, IDEAL PARA UNA ESCAPADA LOCAL
Para quienes buscan una experiencia auténtica y cercana a la vida local, Setúbal, situada a solo 40 kilómetros de Lisboa cruzando el Tajo, se presenta como un destino que conserva sus raíces y refleja las tradiciones de la zona. Los artesanos de la ciudad continúan produciendo los famosos azulejos que decoran las fachadas portuguesas, pequeñas obras de arte elaboradas manualmente uno a uno.
Esta región es ideal para los amantes del mar, la gastronomía y la viticultura, destacada por sus frescas ostras y su tradición vinícola en bodegas-museo, donde se puede degustar una selección de vinos locales en un entorno lleno de historia.
Setúbal también destaca por sus playas, donde se pueden ver delfines en cualquier época del año, y por sus monumentos históricos, como el Convento e Iglesia de Jesús, el principal monumento histórico de la ciudad, uno de los primeros edificios en estilo manuelino.