Actualizado 15/02/2022 18:56

Verificamos el discurso viral del experto en farmacología en el Congreso

Experto en farmacología y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Barcelona Joan-Ramon Laporte.
Experto en farmacología y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Barcelona Joan-Ramon Laporte. - CONGRESO

MADRID, 15 Feb. (Verificat/EUROPA PRESS) -

En los últimos días está circulando por las redes sociales el vídeo de la intervención en el Congreso sobre las vacunas contra el COVID-19 del experto en farmacología y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Barcelona Joan-Ramon Laporte. A lo largo de su discurso hace varias afirmaciones, que a veces resultan ciertas, pero en otros casos son engañosas o directamente falsas. Estas son algunas de las más controvertidas, acompañadas por sus correspondientes verificaciones realizadas a partir de estudios científicos, entrevistas con expertos y el propio discurso de Laporte, que hizo llegar a Verificat una versión de su discurso con enlaces a los estudios que citó.

EL MENSAJE QUE ESTAMOS VERIFICANDO

"El diccionario de la RAE define vacuna como "preparado de antígenos que, administrado a un organismo, provoca en él una respuesta de defensa". Según esta definición, las vacunas de ARNm no son vacunas, sino fármacos basados en una tecnología nunca usada hasta ahora, y menos en campañas masivas".

CONCLUSIÓN

Es cierto que las inyecciones de ARNm no introducen antígenos en el cuerpo-- lo que hacen es insertar código genético (una suerte de manual de instrucciones) para crearlos, pero la RAE no es sino una de las muchas instituciones que han dado una definición al término 'vacuna' y no es precisamente representativa en lo que se refiere a la investigación médica.

La Real Academia de la Medicina, por ejemplo, define las vacunas como preparados "de antígenos o de otros productos biológicos (p. ej., ácidos nucleicos) que se administra a una persona o a un animal con el fin de inducir en su organismo una respuesta inmunitaria que lo proteja contra una enfermedad infecciosa, sin generar la enfermedad".

Si bien las vacunas de ARNm no son "preparados de antígenos", sino inyectables con ARNm encapsulado en partículas lipídicas, indican a las células humanas cómo fabricar la proteína S, el antígeno viral que queremos que reconozca el sistema inmunitario. Consigue el mismo resultado usando otras estrategias: en vez de introducir antígenos directamente en el cuerpo, lo que hacen es enseñarle a producir inmunidad.

Las definiciones pueden variar a lo largo del tiempo, y eso no cambia ni lo que son las vacunas ni la finalidad para la que fueron creadas. Buen ejemplo de ello es el de los Centros para el Control y Prevención (CDC, en inglés), la agencia nacional de salud pública de Estados Unidos. Este organismo cambió su definición de vacuna hace unos meses para hacerla "más transparente", pasando de "un producto que estimula el sistema inmune de una persona para producir inmunidad a una enfermedad específica, protegiéndola de esa enfermedad" a "un preparado usado para estimular la respuesta inmunitaria del cuerpo contra una enfermedad específica".

Por otra parte, no es cierto que la tecnología de las vacunas de ARNm sea nueva del todo: se lleva décadas desarrollando, y ya se habían hecho ensayos en animales antes de la pandemia, como uno en ratones en los años 90 contra el virus de la influenza. Lo que sí que es verdad es que se trata de la primera campaña de vacunación global en la que se emplea esta tecnología.

No hay que dejar de destacar que estas vacunas han pasado todas las fases de los ensayos clínicos, que se han solapado gracias a la 'rolling review'. Este mecanismo excepcional de la legislación europea permite que durante una emergencia sanitaria se valore casi en tiempo real los datos que se van generando de un medicamento "prometedor".

EL MENSAJE QUE ESTAMOS VERIFICANDO

"En el ensayo clínico de la vacuna BNT, solo 5 de estos 43.000 eran mayores de 85 años y solo 4%, mayores de 74 años. Un ensayo clínico hecho en poblaciones que no eran las más vulnerables".

CONCLUSIÓN

Los datos que da Laporte en su discurso son prácticamente ciertos: es verdad que sólo el 4,4% de los participantes del ensayo clínico de la vacuna de Pfizer (página 76) representaban la franja de edad de mayores de 74 años, aunque fueron diez y no cinco los enrolados mayores de 85 años. En el ensayo de Moderna (página 93), el 1,4% de los voluntarios tenía 80 años o más. Lo que no es correcto es la inferencia que se puede realizar a partir de sus declaraciones-- esto es, que el hecho de que hubiera ese número de voluntarios mayores ha sido una excepción para las vacunas contra el COVID-19.

Tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA) como la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) han adoptado una guía de 1993 del Consejo Internacional para la Armonización de Requerimientos Técnicos para Productos Farmacéuticos de Uso Humano (ICH) sobre cómo incluir a los ancianos ancianas en los estudios. Este texto establece que para los medicamentos usados en enfermedades que no sean exclusivas a este grupo de edad es necesario incluir "un mínimo de 100 pacientes" mayores de 65 años para poder detectar diferencias clínicas importantes. Esta condición la cumplieron con creces ambas compañías, incluyendo respectivamente 8.018 y 7.135 voluntarios mayores en sus ensayos.

El director asociado de los Hospitales Universitarios Thomas Jefferson, Ankur Parikh, ha explicado en un artículo del 'Oncology Times' que el número reducido de ancianos que participan en ensayos médico tiene que ver con limitaciones personales como la falta de autonomía del paciente, así como otras puestas por los médicos, como el miedo a la posible toxicidad del fármaco y su interacción con las comorbilidades de la persona en cuestión. Parikh apunta a que la barrera más grande es la de los criterios de inclusión en los propios ensayos, que en su mayoría requieren de un buen estado físico y en ciertos casos limitan la edad con la que uno puede ser voluntario por debajo de los 65 años.

De ahí que se dé la paradoja de que el grupo poblacional que tiene con mayor número de enfermedades y consume más medicamentos se encuentra infrarrepresentado en los ensayos clínicos, como han denunciado varias publicaciones científicas (como esta, esta y esta). Un estudio de 2014 encontró que en los ensayos de medicamentos para hacer frente a enfermedades que no sólo afectan a la población mayor, sólo el 9% de los participantes eran mayores de 65 años.

EL MENSAJE QUE ESTAMOS VERIFICANDO

"No es cierto que no se registraran eventos adversos graves. Ocurrieron, pero no se registraron. Algunos problemas fueron escondidos debajo de la mesa. Serán publicados en las próximas semanas".

CONCLUSIÓN

Laporte no aporta pruebas de que se haya silenciado a participantes de los ensayos de Pfizer, Moderna y AstraZeneca que han padecido efectos adversos graves: se remite a estudios que no cita (y que tampoco ha proporcionado a Verificat) y que serán publicados en las próximas semanas. Por el momento es imposible saber si lo que afirma es cierto.

Lo que sí que se sabe es que los prospectos de cada una de las vacunas recoge los efectos adversos graves conocidos tras la administración de más 10.000 millones de dosis en todo el mundo. Además, centrándonos en España, el vocal de la Asociación Española de Vacunología (AEV) Jesús Pérez subraya en conversación con Verificat que "tenemos un sistema de farmacovigilancia que ha demostrado que detecta reacciones adversas extremadamente raras" con frecuencias de uno entre cada millón de vacunados y destaca el conocimiento que se tiene del fármaco: "Ya no podemos hablar de que parece que la vacuna será segura. Sabemos lo que causa y lo que no".

Puedes encontrar más verificaciones sobre efectos secundarios del COVID-19 aquí, aquí y aquí.

EL MENSAJE QUE ESTAMOS VERIFICANDO

"También es habitual la presentación tendenciosa de los resultados de los EC. Tendenciosidad que consiste por ejemplo en expresar la eficacia en términos relativos, y no absolutos".

CONCLUSIÓN

La reducción del riesgo relativo (RRR, por sus siglas en ingles) te dice el porcentaje en el que se reduce el riesgo de enfermar entre aquellos que reciben un tratamiento (como una vacuna) frente al grupo de control que no. "En otras palabras, nos dice si la vacuna protege o no", ha explicado a Verificat Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica de ISGlobal. "Y por eso se usa como sinónimo de eficacia para la vacuna. En el caso de la vacuna de Pfizer-BioNTech, sobre 160 casos, solo 8 (es decir el 5%) pertenecían al grupo vacunado. Por eso se habla de una eficacia del 95%", ha añadido.

Por su parte, la reducción del riesgo absoluto (ARR, por sus siglas en inglés) te indica el riesgo de enfermar de una sola persona en relación con toda la población. De ahí que los porcentajes de riesgo absoluto sean muchísimo más pequeños: lo que muestran es el riesgo de una persona vacunada y de otra sin vacunar de enfermar o morir de COVID-19 respecto a la población global.

Además, la ARR cambia según el nivel de transmisión: "Por ejemplo, supongamos que, en un estudio de 10.000 personas, 99 personas en el grupo control enferman, contra una en el grupo vacunado. El riesgo absoluto de enfermar es prácticamente del 1%, por lo que la vacuna, a pesar de su eficacia del 99%, disminuye "solo" del 1% el riesgo absoluto. Esto quiere decir que, con esos niveles de transmisión viral, la vacuna evitará 99 casos por cada 100.000 habitantes (o sea, unos 39.600 casos en una población de 40 millones de habitantes). Si la transmisión viral aumenta y más gente se infecta, entonces el riesgo absoluto también aumentará", ha explicado la inmunóloga.

Por eso si bien los datos que aporta Laporte en su discurso son correctos, corresponden a la práctica habitual de los ensayos clínicos y no constituyen una representación tendenciosa. Si bien la forma estadística de analizar los datos de eficacia es en términos relativos, los propios ensayos clínicos los recogen también en términos absolutos. "Como señala este artículo en The Lancet, ambos porcentajes (absoluto y relativo) proporcionan información valiosa. Pero el riesgo relativo se considera más relevante para hablar de eficacia vacunal, ya que nos da el porcentaje de reducción de riesgo, independientemente del nivel de transmisión en la comunidad", ha concluido Sarukhan. 

Esta verificación se publicó originalmente en Verificat. Si os llegan mensajes que os parecen dudosos, podéis reenviárnoslos al 666 908 353 y el equipo de Verificat lo verificará.

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